No nos vendan más milongas en este submundo preelectoral mediante sus utópicos discursos y falsas promesas. Ustedes solitos, los políticos, nos han activado la incredulidad. Y a los despropósitos nos atenemos. Unos, por vicios adquiridos (a lo largo de sus dilatadas legislaturas), y otros, por su evidente inexperiencia, pues ya saben: unos por otros, la casa sin barrer. Así que, mientras que la integridad y la honorable honradez de los candidatos, no se pueda comprobar ‘antes de’, malamente funcionará el transparente y teórico sistema de gobierno que se nos propone. Las promesas de buenas intenciones irán pasando por la trituradora del inexpugnable capitalismo; que, aunque algunos, lo deceleren; este, y de manera inmutable, compactará todas las fisuras improductivas que generen las mediáticas políticas de izquierdas. Así de simple. Analicen a fondo las posturas siniestras (políticamente hablando), y endurezcan la dejadez en los desfases presupuestarios, con cargo a los que erraron; y no, a los crédulos y asalariados votantes.