Tantas cosas dependen del orden, que convendría desclasificarlo y darle un carácter más interdisciplinar. Nuestro cerebro cíclico está acostumbrado a clasificarlo todo (como el excesivo énfasis por la limpieza de una ama de casa) sin más propósito que controlar nuestros miedos. Esa es la cuestión grupal de nuestras ideas, y difícilmente podremos prescindir de esta condición. Sin embargo (por lógica aplastante e inversa), podríamos proponernos un cambio alternativo, y apostar por una diversidad intelectual más amplia e inteligente. Acotar y ordenar las cosas con exceso crea recintos cerrados y aburridas parcelas improductivas.