Ahí está, al acecho, la posibilidad de romper con todas esas opciones que fuiste eligiendo y que te han ido llevando hacia el lugar que ahora te encuentras en tu vida. Si echas la vista atrás, todavía aún, estás preguntándote, qué demonios tienen en común ese destino y tú; para tener que soportarlo sin tan siquiera dudar de él. Cuántas veces lo maldecimos en contra de su santa voluntad. Haciéndolo responsable de nuestras debilidades y carencias del entendimiento. Sea lo que fuere, todavía estás a tiempo de echarle un pulso a esas coordenadas inalienables que te dirigen al abismo de tu destino. Prueba a ver qué ocurre. Eso sí, no hay sitio donde ir a reclamar.