Invoco, en nombre de mi inocencia, el derecho al error humano. Pero no perdonaré jamás a aquel que lo prostituya, para su beneficio más rastrero. ¡Pájaros de mal agüero! ¡Alejaros de la faz de la tierra! Y anidar en el más recóndito de los avernos. Devoraros hasta la hiel entre vosotros, y atragantaros a borbotones con la sangre de hiena que corre por vuestras sucias venas. Queremos respirar del aire limpio y puro que nos regala la fragancia de nuestra bendita inocencia.