En España las corridas de toros forman parte de nuestra cultura. Por lo menos de la mía; por más que se la quieran cargar sin piedad. Miren por donde, el argot taurino nos permite argumentar algunos ceñidos pases sobre los aconteceres que ocurren a diario en el teatro de la vida. Ayer, sin ir más lejos, cuando estuve viendo la faena realizada por el espada Pedro Sánchez, en el albero del Congreso, no sé porqué, me vino la imagen de Manuel Benítez (ya saben, el Cordobés). Para los que no tengan ni idea, este hombre, rompió los cánones clasistas del estilo de torear, y ‘la lío parda’ (como se dice ahora). Creando así, su cuota de seguidores entre algunos aficionados de la época. Particularmente a mí no me gustaba, pero reconozco el empeño y la valentía revolucionaria por la que apostaba. Esta primera corrida, que presenciamos ayer en La Real Maestranza de los Leones, confirmará o no la alternativa del futuro matador Pedro Sánchez (entre el numeroso público asistente, había matadores y empresarios de la fiesta taurina); siendo al día siguiente, cuando se decidirá sí se le conceden las dos orejas y el rabo, o por el contrario, no pasará de pitos y bronca; si es que no le caen tres avisos, y la autoridad devuelve el morlaco a los corrales. Se verá.