Plaza: Menos de un cuarto de entrada en tarde calurosa.

Ganado: Novillos de Luis Algarra (en sustitución del hierro anunciado de Talavante, cuyo encierro fue rechazado), bien presentados y de escaso juego en conjunto. El primero no tuvo fuerza; el tercero, descastado; deslucidos y complicados cuarto y quinto; el sexto duró muy poco. El mejor, el segundo, noble y con clase.

Ginés Marín: Estocada (una oreja); y estocada (vuelta al ruedo tras fuerte petición de oreja y bronca a la presidencia).

Jonathan Blázquez 'Varea': Dos pinchazos, estocada baja y dos descabe- llos (silencio); y estocada contraria (silencio).

Javier Moreno 'Lagartijo': Dos pinchazos (silencio); y estocada (dos orejas).

Cuadrillas: Buenos pares de Javier Ambel, Alfonso Carrasco y Rafael Figuerola.

LA CRÓNICA

Es de Córdoba, se apoda Lagartijo y quiere ser torero. Ya lo demostró sin caballos. El año pasado, sin ir más lejos, abriendo la puerta grande. Y ayer también con picadores, el día de su presentación con los del castoreño en Los Califas. De nuevo dos orejas. De nuevo salida a hombros. Y de nuevo el triunfo del querer, de la fibra, de la intensidad, del torero en construcción que, mientras apuntala la técnica y atempera el genio, rebosa ánimo con un fondo de cierta clarividencia y no poco empaque.

Fue en el sexto, novillo que salió con mucha movilidad y al que saludó animoso con el capote. Apenas lo castigó Lagartijo en el caballo con la intención de que le durara más de lo que lo habían hecho los anteriores ejemplares, y aun así no lo consiguió del todo, porque el animal aguantó lo justo. Pero de entrada, un buen inicio por bajo y, de inmediato, derechazos largos. Había que tocar para conseguir continuidad, y ahí estuvo el torero, aunque con el acierto también de darle tiempos muertos para no romperlo. Así, pronto llegó a los tendidos la embestida del novillo --por momentos, con brío-- y la fibra del torero contagió al público. Mucho más cuando ligó, en series cortas pero intensas, los únicos tres viajes continuos que tenía el de Algarra. Pero incluso con el novillo ya venido a menos, aún hubo naturales uno a uno de buen trazo, siempre muy descarado el torero en las cercanías y gustándose entre series. Muy suficiente de nuevo con la diestra, y también aplicado en los circulares, además recetó una buena estocada que le abrió el camino a un triunfo que, quizás premiado en exceso, sin embargo pocos contestaron. Mucho menos después de que en el tercero también se hubiera mostrado muy firme ante un novillo descastado. Tras gustarse en el inicio por bajo, supo el torero aguantarle los primeros viajes bruscos y con genio, por lo que el animal, vencido en la pelea, acabó reculado en tablas.

La otra oreja del festejo se la llevó Ginés Marín en el primero, un novillo sin fuelle al que le costaba embestir, mucho más al no darle aire el torero, un punto encimista. Así, faena voluntariosa y variada en lo accesorio, pero sin brillo. Eso sí, rematada con una buena estocada que le valió un apéndice. Ya en su segundo, el panorama fue otro. Animal este probón, incierto y echando la cara arriba cuando se decidía a seguir el engaño. Imposible el lucimiento, pero allí estuvo el torero insistente para robar muletazos. De nuevo, lo mejor, la estocada, aunque, como en el otro, con el defecto de perder la muleta. Claro que hablando de perder, lo de Varea fue mucho más grave. Desaprovechó su buen primero --el mejor de la tarde-- sin cogerle el ritmo ni las distancias y en el quinto, con su complicaciones, estuvo falto de ánimo y desconfiado. Mal Varea. No supo con el bueno ni quiso con el malo. Lagartijo sí. De ahí su triunfo.