Ganado: seis toros de Román Sorando, de aceptable presentación, a excepción del anovillado tercero, y juego desigual.

Manuel Díaz 'El Cordobés': estocada y tres descabellos (saludos tras fuerte petición); y estocada (dos orejas).

David Fandila 'El Fandi': estocada (dos orejas); y pinchazo, estocada y descabello (silencio).

Juan Ortega: estocada (dos orejas); y media estocada y un descabello (una oreja).

Plaza: Montoro. Casi tres cuartos de entrada en tarde primaveral. En la enfermería fue atendido Manuel Díaz por un corte con la espada en la ceja derecha.

La coqueta plaza de Montoro acogió ayer el festejo con el que se inauguraba, de manera oficial, la temporada taurina en la provincia, y lo hacía con una triple salida a hombros de los diestros anunciados y una afluencia de público más que aceptable, toda vez que durante los últimos años únicamente se habían celebrado novilladas sin caballos, por lo que existía la lógica duda sobre la respuesta que un espectáculo mayor generaría.

Y a fe que ésta fue muy positiva, gracias a un cartel con tirón para el gran público, con el que la joven empresa Campo Bravo recuperó una nueva plaza, y ya van unas cuantas, colocándola nuevamente en el circuito.

Pero centrándonos en lo sucedido en el ruedo, hay que destacar la actuación de Juan Ortega, al que en sus dos toros se le vieron muchas y buenas cosas, particularmente en el tercero de la tarde, al que le tenía que perder un paso por la pronta embestida del animal, lo que lejos de amilanar al joven matador hacía que se creciera en cada tanda, rematadas todas ellas con grandes pases de pecho. Invertidos, cambios de mano, derechazos con empaque y una mano izquierda con algo especial. En el que cerraba plaza, Ortega no tuvo toro, pero no le importó, porque donde no había nada, él inventó la faena sacando lo poco que el rajado ejemplar de Román Sorando tenía. Otra prueba de la solvencia que, pese a su falta de experiencia, atesora el sevillano.

Salida a hombros para Ortega tras cortar tres orejas, al que también acompañaron Díaz y Fandila, el primero de ellos tras cortar dos apéndices a su segundo tras una faena marca de la casa, tras dejar por el camino debido el mal uso de la espada lo que podrían haber sido otras dos orejas, gracias a una actuación en la que, esta vez sí, primó la quietud y la ortodoxia de las formas.

Por su parte, El Fandi ofreció su ya habitual recital con el capote y las banderillas, dejando en su primero pasajes ciertamente estimables con la muleta, sobre todo cuando toreó con la izquierda, mientras que en el cuarto de la tarde no pudo hacer nada.