El jinete hispano-luso Diego Ventura, que cortó tres orejas en una actuación pletórica, repitió ayer salida a hombros en la feria de San Isidro, acompañado por Leonardo Hernández, que paseó otros dos trofeos en el mano mano que enfrentó a ambos en el tercer festejo de rejones del abono madrileño. Diego Ventura consiguió subir a 14 el récord de puertas grandes alcanzado nunca por un rejoneador en Madrid.

Fue la suya una actuación pletórica, de mucho mayor impacto y nivel que la anterior, porque contó, con el buen juego que ofrecieron los murubes del Niño de la Capea, todos con ese dulce y rítmico galope tras los caballos que es norma de la casa. Con todo, la corrida tuvo ciertos matices, como esa cierta falta de fondo que mermó su bríos y les hizo pararse a final de faena, que exigieron que de los jinetes un plus de entrega para culminarlas.

Y fue ahí donde Ventura se llevó la palma, porque, con una amplia y sobrada cuadra, con registros y recursos de largo lidiador para jugar con las querencias y las distancias, siempre encontró hueco para lucirse y hacer valer su ambición y su garra. Al primero, el mejor de la corrida y que, al revés de sus hermanos, tuvo un comportamiento a más en cuanto a celo y bravura, le cortó ya la primera oreja sin hacer grandes alardes, esperando las embestidas más que atacándolas.

Pero fue con el tercero, noble pero sin mucho ritmo, cuando el de la Puebla del Río dio lo mejor de sí y logró, con un enemigo a menos, una obra que fue a más en el tercio de banderillas, con quiebros de gran ajuste sobre Fino y terminando de poner en pie la plaza cuando le quitó el cabezal a Dólar para colocar así un emocionante par a dos manos.

Le cortó, tras una ruidosa petición, las dos orejas a ese toro, y bien las pudo pasear también del quinto, de no ser porque no lo mató al primer intento, después de tener que poner ese añadido de fibra -sobre todo en otro quiebro a caballo parado- frente un astado que se aplomó pronto.

El triunfo de Leonardo Hernández fue de menor intensidad que el de Ventura, pues en la actuación del jinete extremeño, también con un lote de toros de bastantes facilidades, se echó el falta la fibra y la apuesta que puso otras tardes en esta misma plaza. Aun así, Hernández le cortó la oreja a su primero, que también se desfondó, gracias a un excelente par de banderillas a dos manos, atacando para clavar con frontalidad y pureza sobre el tordo Despacio.

En cambio, con el cuarto, que tuvo clase y el gas justo, toreó y lidió con ligereza y manteniendo las distancias, sin apenas adornarse antes ni después de los embroques y clavando sin preparación previa. Para no quedarse en tierra, tuvo que echar el resto con el sexto, otro de los toros destacados por su noble entrega, con el que brilló al parear a dos manos con limpieza y rectitud, antes de que el festivo público de estas corridas le ayudara a acompañar a Ventura en la salida a hombros pidiendo para él esa necesaria segunda oreja, a pesar de los dos descabellos pie a tierra.