Con un parte médico justificó Diego Ventura su ausencia del cartel de rejones que cerraba la feria taurina de Pozoblanco. Le sustituyó Leonardo Hernández, número uno del escalafón y gran triunfador en Madrid, que vino al coso de Los Llanos a demostrar por qué está en todo lo alto. Y a fe que lo consiguió. Pues aunque no cortó nada más que un trofeo, de mucho peso, su toreo a caballo fresco y emocionante cautivó a los espectadores del Valle.

Lástima que la tarde no contara con la colaboración del ganado, pues de haber sido así estaríamos escribiendo de una tarde exitosa total, porque los tres actuantes, cada uno a su estilo han dado lo mejor de sí, siendo más las luces que las sombras.

Abría el festejo Leonardo Hernández, cuyo toreo está basado en la eficacia y la espectacularidad, rayando a un gran nivel. Aunque su primer toro ya apuntó como serían sus hermanos de camada, se encontró éste frente a un poderoso caballero que no le dio opción. Rejones y banderillas al quiebro saliendo muy ajustado y toreando de costadillo entre las ovaciones del público y los adornos entre cabezazos y el teléfono, muy osados y constantes del jinete. Cuando colocó tres banderillas cortas, al estribo, «en una perra gorda» la plaza se venía abajo. Y aún clavó una rosa en terreno inverosímil. Lástima del medio rejón. En el cuarto, otro calco del toro anterior y otra excelente actuación del joven Hernández. Le consintió mucho a un toro soso y manso con una exhibición en banderillas tanto largas como cortas, saliendo varias veces tocada la cabalgadura por consentirle tanto.

Por su parte, Andrés Romero puso toda la voluntad del mundo. Tras colocar banderillas salía con vistosas piruetas de la cara del toro, lo que le agradecía el respetable. No faltó en su actuación los quiebros, aunque casi siempre clavando a la grupa. Al quinto lo recibió a portagayola, chaquetilla en mano, y estuvo más entonado calando más en los tendidos. Arriesgó mucho en los quiebros y en las banderillas cortas. Una oreja selló su paso por Pozoblanco.

Y la triunfadora, en número de trofeos, por lo menos, fue Lea Vicens que se encontró con el mejor toro del encierro. Hizo un alarde de doma y dominio de la cabalgadura y en banderillas largas al quiebro, y cortas estuvo correcta. Muy ajustada en las tres rosas que clavó. Siempre contando con el favor del público. En el toro que cerró plaza y feria, el mas grandón, salió a por todas y a un tris estuvo de verse en un aprieto por los arreones del cornúpeta. Volvió a lucirse en banderillas, largas y cortas y con las rosas, suerte que no falta en su repertorio. Tras un pinchazo y rejón trasero el presidente se mantuvo firme para no otorgar la segunda oreja. Al fin y al cabo con una ya tenía asegurada la puerta grande. H