GANADO: Cinco toros de Alcurrucén, correctamente presentados y de mal juego global. Sí se dejó, con nobleza, el tercero. El sexto fue un sobrero de El Tajo, prematuramente desinflado y peligroso por parado y distraído.

MORANTE DE LA PUEBLA: ovación y leves pitos.

PACO UREÑA: silencio tras aviso y ovación.

JAVIER JIMÉNEZ,: vuelta al ruedo y ovación.

Javier Jiménez se había ganado el puesto en el hueco libre de San Miguel por propios merecimientos. Su inclusión en el ciclo otoñal se apoyaba en una ilusionante progresión que tuvo su cenit en la plaza de Las Ventas.

Morante era el único superviviente del cartel original pero la empresa había sabido coger el pulso al gusto del aficionado al escoger al joven matador de Espartinas y al murciano Paco Ureña que sustituyó, por su parte, al esperadísimo paladín peruano Andrés Roca Rey, que permanece en el dique seco. En esa tesitura, Jiménez solo podía salir a ganar y, afortunadamente, tuvo delante el único ejemplar potable del decepcionante envío de Alcurrucén. Pero Javier encontró toro en todas partes sin importarle su carácter remiso que rompió a bueno en el último tercio. El nuevo valor de la cantera sevillana se puso a torear desde el primer muletazo. La gente acertó a entrar en una labor entregada, bien hecha, mejor dicha y hasta inspirada. Los muletazos surgieron con compostura natural y un regusto creciente que enseñó su mejor versión en el toreo al natural. El torero aún fue capaz de exprimir al toro de Alcurrucén con unos sabrosos ayudados finales. Desgraciadamente la espada se atascó. Pinchó en un primer viaje y la enterró por completo en el encuentro definitivo pero el acero había caído muy abajo haciendo volar la oreja de peso que se había ganado.

Con ese panorama, salió a por todas a recibir al sobrero que hizo sexto después de que el presidente decidiera devolver el titular. Jiménez se empleó a fondo en los quites y provocó la respuesta de Morante que pudo comprobar que el animal había echado el freno. Javier replicó por delantales pero para entonces el toro había confirmado que no iba a dar para más.Inasequible al desaliento, le plantó faena después de que Lipi lo cuajara con los palos. Jiménez había brindado al propio Morante pero sufrió una espeluznante voltereta cuando el toro, desentendido y a su aire, lo tuvo a tiro. Sin mirarse la ropa volvió a la cara demostrando que no había venido a pasearse.

El segundo espada de cartel era Paco Ureña que, sin toros a favor, también mostró su excelente momento. Y la estrella del cartel era ese Morante que sigue arrastrando su mala estrella en los sorteos cada vez que se anuncia en la plaza de la Maestranza. El caso es que llegó a torear con pulso y mimo al soso ejemplar que saltó en primer lugar pero su falta de fondo abortaba cualquier atisbo de emoción. El panorama no mejoró con el cuarto.