Ganado: cuatro toros de Jandilla y dos de Vegahermosa (1º y 2º), desiguales de volumen, pero bien presentados en conjunto y con muy serias y astifinas defensas. Casi todos tuvieron nobleza, clase y voluntad de embestir, pero lastrados por sus muy escasas fuerzas. El cuarto fue el toro de mayor brío y duración.

Miguel Abellán: pinchazo, estocada atravesada y descabello (silencio); media estocada caída perpendicular (ovación tras petición insuficiente).

El Fandi: estocada trasera y descabello (silencio); estocada tendida (silencio).

Manuel Escribano: pinchazo hondo y descabello (silencio); estocada desprendida trasera (silencio).

Plaza: corrida de la Asociación de la Prensa. La plaza se cubrió en más de los tres cuartos de su aforo, en tarde ventosa. Acudió al festejo el rey Juan Carlos I.

Otra tarde más se tuvieron que cambiar los terrenos de la lidia, y casi todas las faenas de muleta se hicieron bajo los tendidos del 4 y 5, cerca de la meseta de toriles, ubicación inusual desde donde contempló el festejo el rey Juan Carlos. Como en la tarde del martes, allí se resguardaron mejor los toreros del fuerte viento que estos días sigue azotando Las Ventas, pero ni aun así lograron manejar con precisión sus muletas ante una corrida de Jandilla que, por su voluntad de embestir con tan escasas fuerzas, pedía más delicadeza en los engaños. La mayoría de los ejemplares de los dos hierros de Borja Domecq sacaron clase, en mayor o menor grado, pero ninguno encontró una muleta que se la potenciara administrando y equilibrando con temple esa flojera de remos. El más entero de la corrida fue el cuarto, al que, como al que abrió plaza, Abellán saludó con una larga a portagayola que sumó a otra más al hilo de las tablas.

El único defecto de este toro fue la falta de ritmo en unas embestidas que repitió con vigor a lo largo de una faena en la que el diestro madrileño le ligó los pases aprovechando la transmisión de cada arrancada, pero sin atemperarlo ni apretarse con él, toreándolo en una línea demasiado paralela a su figura. Aun así, y ante la decepción acumulada en la lidia de los tres toros anteriores, el público acogió con agrado el único trasteo medianamente lucido de la tarde, pero no tanto el presidente, que aquilató bien la insuficiente petición para no conceder finalmente la oreja para Abellán. Antes, el torero de Madrid había exigido de más, con la muleta muy baja en los cites, a un primer jandilla flojo y con clase que acabó afligiéndose.

Eso fue más o menos lo que le sucedió también a Manuel Escribano con el tercero, sólo que al sevillano, además, le faltó temple en el trazo de los pases. Con el sexto, al que también recibió de rodillas frente a toriles, Escribano no pudo desquitarse, una vez que el animal se rajó después de que lo banderilleara y sólo le regalara un puñado de embestidas.

TORERO DE REPERTORIO El Fandi se dejó ver siempre con el capote, bullidor tanto en las largas cambiadas de rodillas con que recibió a su lote en el tercio como en los galleos y los quites en varas. Por supuesto que el granadino protagonizó también los tercios de banderillas con su espectacularidad habitual, aunque con desigual ajuste, para marcar el momento final de su lucimiento, porque muleta en mano apabulló sin temple a un segundo noble que pedía mayor suavidad, y mostró una falta total de recursos con el manejable quinto.