Ganado: toros de Zalduendo, bien presentados y de buen juego. Destacó sobre todo el tercero, al que se le pidió el indulto, siendo premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. El sexto fue el garbanzo negro.

Morante de la Puebla: estocada (oreja); y tres pinchazos y seis descabellos (pitos).

Sebastián Castella: dos pinchazos y estocada (ovación); y pinchazo, media tendida y dos descabellos (palmas tras aviso).

Alejandro Talavante: gran estocada (dos orejas con fuerte petición de rabo); y siete pinchazos y estocada (silencio).

Plaza: registró dos tercios de entrada en tarde calurosa.

Talavante se estiró a la verónica en su primero combinando lances a pies juntos con otros de compás abierto, abrochándolos con una media de cartel de toros y una larga cordobesa, que pusieron ya la plaza a revientacalderas. Viendo la calidad que atesoraba el astado, decidió cuidarlo en varas para cerrar su intervención con el capote por ajustadas gaoneras.

Brindó al público Talavante y, sin probaturas previas, desde el mismo platillo, surgió una primera tanda por el derecho con cambio de mano incluido, simplemente sensacional. Siguió por ese pitón aumentando las series en número de pases. Al natural, el extremeño llevó también a cabo una auténtica exhibición.

Con el público totalmente entregado, Talavante se tiró de rodillas para pegar quince o veinte muletazos, con cambios de mano incluidos, terminando con un desplante muy torero, que hicieron que la plaza se convirtiera en una auténtica olla a presión.

A todo esto, gran toro de Zalduendo, para el que se llegó a pedir el indulto, finalmente no concedido; por eso, tras la estocada, Talavante se llevó las dos orejas, con fuerte petición de rabo, y Mendaz, que así se llamo el astado, fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

Al castaño que hizo sexto lo recibió con lances de buen trazo a la verónica rodilla en tierra. Fue lo único destacado de esta faena, ya que el toro, sin fijeza y a la defensiva, no dejó a Talavante estar delante. No tuvo ni un pase el animal, y el torero acabó dando un mitin con la espada.

Morante de la Puebla no se acopló con el capote ante el noble primero que abrió plaza, al que tampoco le sobraron las fuerzas. En la muleta hubo muchas pausas entre series, toreando a media altura y sin hilván. Hubo, eso sí, pinceladas sueltas del arte que atesora el de La Puebla, que, tras una certera estocada, cortó una oreja. Tampoco anduvo entonadoen el cuarto, que se lesionó tras el tercio de banderillas al estrellarse en un burladero.

Castella veroniqueó a su primero con mucha intensidad. El toro galopaba y repetía, moviéndose una barbaridad, lo que hizo que el quite por ajustadas chicuelinas que realizó fuera de lo más emocionante. Faena bien estructurada, echando la muleta al hocico en las tandas por el pitón izquierdo. El fallo a espadas le privó de tocar pelo. El quinto fue el toro con menos peso y presencia.