Un cartel de toreros de la tierra abría la feria de Albacete. Andrés Palacios, que volvía a hacer el paseíllo en su tierra después de varias temporadas, Miguel Tendero y Rubén Pinar, éste último, el gran protagonista de la tarde por la imagen que ofreció, el oficio que demostró y las tres orejas que cortó. Pinar tocó pelo de su soso y áspero primero merced a una faena de mucha entrega y exposición. Lo tuvo que hacer todo él para sacar petróleo de un antagonista al que había que provocar y anticiparse para alargar sus escasos viajes. La espectacularidad de una estocada en la suerte de recibir fue crucial para la concesión del trofeo. Lo mejor llegaría en el quinto, el mejor toro de la corrida, con el que el de Tobarra volvió a demostrar por enésima vez la capacidad que tiene, el oficio y la técnica que también posee para inventarse una faena de muy buen corte artístico. Temple, mando y reunión fueron la claves de una labor premiada con dos orejas.

En la enfermería fue intervenido Tendero de dos cornadas, una en la cara anterior interna, tercio medio proximal del muslo izquierdo, con tres trayectorias: dos de 15 y una de 25 centímetros. También presenta otra cornada de unos 10 centímetros en la región supra-púbica. Grave».