La Feria de Otoño arranca este sábado en la plaza de toros de Las Ventas como un ciclo más largo que los de años anteriores, con más torismo y con un novedoso festejo ecuestre, pero que, en lo fundamental, se sigue echando en falta lo que ya es habitual, es decir, más nombres de la primera fila del escalafón. Falta redondez en las combinaciones y sobra conservadurismo, por mucho que la empresa haya tratado de vender esta feria como la más rematada en años. Ni de lejos. Da la sensación que este primer otoño de Simón al frente de la plaza de Madrid es lo mismo de siempre, solo que desglosado en siete tardes en vez de las cuatro que se han venido dando con la empresa saliente.

Solo destaca la doble comparecencia de Antonio Ferrera, torero en sazón a raíz de este 2017 en el que volvía también a los ruedos después de casi dos años alejado de los ruedos por una grave lesión en el brazo derecho. El ibicenco, aunque extremeño de adopción, ha demostrado que todo este tiempo de convalecencia le ha venido muy bien para coger más poso, madurar sus formas y volver como un torero totalmente distinto, mucho más cuajado. Su regularidad durante todo el año, inaugurado con la soberbia actuación frente a Platino, de Victorino Martín, en Sevilla y de su gran tarde en San Isidro le han abierto de par en par las puertas de los carteles de postín de las principales ferias. Ferrera hará el paseíllo en la corrida de Cuvillo, del jueves 29, junto al francés Sebastián Castella y el mexicano Luis David Adame; y cerrará serial con un mano a mano con Paco Ureña, y los toros de Adolfo Martín, sin duda, el cartel más interesante de toda la feria.

A excepción de las presencias del salmantino Juan del Álamo, que vuelve a Madrid tras su rotunda y triunfal actuación durante San Isidro, y del valenciano Román, que abrió también la Puerta Grande del coso capitalino el pasado 15 de agosto, el resto de la feria sabe a poco, casi a nada. Porque las únicas figuras anunciadas este año, el francés Sebastián Castella y Miguel Ángel Perera, dos toreros inmersos también en un momento de luces y sombras, se antojan insuficientes si de verdad se persigue relanzar una feria muy a la baja en los últimos años. Faltan muchos nombres de la primera plana, algunos, incluso, con los que Casas había llegado a un supuesto acuerdo a principios de año, aunque luego haya tenido que recular para que su bolsillo no se viera más afectado de lo que ya está.

De ahí la contratación de López Simón, un joven espada minusvalorado, precisamente, por su discreto y anodino paso por Madrid y que vuelve ahora bajo el paraguas de Curro Vázquez, a su vez, asesor artístico de Plaza 1 (la empresa de Casas) y responsable de la Escuela de Tauromaquia José Cubero, Yiyo. También está Morenito de Aranda, que cortó un trofeo de muy poco peso en el pasado mes de mayo, y, para compensar la pifia para con México en San Isidro, esta vez sí se ha decidido contar con los hermanos Joselito y Luis David Adame.

Lo que sí es digno de alabar es la apuesta por el torismo para este último tramo de la temporada. A la ya tradicional corrida de Adolfo Martín, hay que sumar la programación de un desafío ganadero entre los hierros de Ana Romero y José Escolar, aunque la terna que se enfrentará a ellos, de lo más estival, sean tres viejos rockeros como Iván Vicente, el colombiano Luis Bolívar y Alberto Aguilar.

El venezolano Jesús Enrique Colombo y el mexicano Leo Valadez se despedirán de novilleros antes de tomar la alternativa ambos en la Feria del Pilar, en un cartel que completa Carlos Ochoa, que debuta en Madrid. La Feria de Otoño se abre con un mano a mano de rejones entre Sergio Galán y Leonardo Hernández, con toros de los tres hierros del Niño de la Capea, otra de las grandes novedades de un otoño cogido con alfileres.