Ferrera se las vio en primer lugar con un toro bronco y difícil, de esos que se guardan todo dentro, nada franco para el toreo. El extremeño, que rehusó a poner los palos, le buscó las vueltas a base de oficio y buena técnica, y así logró algunos pasajes sobre la zurda de interesante composición. Pero fue insuficiente para llegar a los tendidos, más aún después de fallar a espadas. El cuarto fue también un toro complicado por reservón y avieso. No se amilanó Ferrera, todo lo contrario, se la jugó a cara o cruz, resultando volteado, y herido en la cara posterior de la pierna izquierda, en las postrimerías de su esforzada y firme labor, la cual dio fin para, posteriormente, pasar por su propio pie a la enfermería donde fue intervenido Ferrera de «cornada en cara posterior, tercio medio proximal del muslo izquierdo con orificio de entrada de cinco centímetros y trayectoria ascendente de 10 que afecta a músculos glúteo mayor, recto interno y semimembranoso», según el parte médico.

El primero de Perera fue devuelto por inválido. Corrió turno el extremeño y echó el quinto por delante, un toro al que cuidaron mucho en los primeros tercios -apenas se le picó-, lo que hizo que se viniera arriba en el último tercio. Y de qué manera. Desde a la apertura por la espalda hasta la estocada final el animal no cesó de embestir con codicia y por abajo.

La dimensión de Perera fue también excelente, con un primer tramo de faena muy bien compactado, con tandas por uno y otro pitón de muletazos largos, templados y de mano baja. Todo muy bien hilvanado. El final de obra en la distancia corta acabó por conquistar a unos tendidos totalmente rendidos.

INDULTO DENEGADO / Hubo petición de indulto para Merecido, que no fue concedido. Perera se tiró arriba para dejar una gran estocada, de la que salió el toro sin puntilla. Cortó dos orejas, que paseó tras los honores póstumos de la vuelta al ruedo en el arrastre. El quinto, en cambio, fue un toro deslucido, con el que Perera lo intentó pero sin poder sacar nada en claro.

Ginés Marín anduvo muy técnico y templado con su apagado primero, al que extrajo todo lo que tenía dentro en una labor bien acogida por los tendidos. En honor a la verdad hubo muletazos muy buenos sobre ambas manos, muy macizos. Cortó una oreja tras una estocada y un golpe de verduguillo. Otra oreja más cortó del sexto, al que toreó con mucho reposo y elegancia por el pitón derecho.