Ganado: seis toros de José Escolar, salvo el sexto, más voluminoso, todos bien presentados y de finas hechuras, en el tipo del encaste. En cuanto a juego, fue corrida medida de raza dentro de su disparidad, y con dos toros destacados, tercero y sexto, con calidad y profundidad por el pitón izquierdo.

Rafaelillo: tres pinchazos y estocada (silencio); pinchazo, estocada desprendida y descabello (silencio).

Fernando Robleño: estocada delantera perpendicular y dos descabellos (ovación tras dos avisos); estocada baja delantera y cuatro descabellos (silencio).

Luis Bolívar: estocada baja (silencio); estocada y tres descabellos (palmas tras dos avisos).

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En una tarde de casi plano desarrollo, dos toros de la divisa de José Escolar, los lidiados en tercer y sexto lugares, ofrecieron ayer en Madrid unas claras opciones de triunfo al colombiano Luis Bolívar, que no llegó a aprovecharlas a falta de un punto más de decisión y de firmeza. En pleno y polémico debate en las redes sociales sobre la condición de la corrida de Saltillo lidiada el lunes, dos toros de José Escolar salieron ayer a evidenciar algunas de las verdaderas virtudes de ese concreto encaste. Ese lote de toros mostraron, aun sin romperse en varas, esa condición inexcusable de la bravura como es la de la entrega, siempre en respuesta a la exigencia del toreo, que, todo hay que decirlo, el sudamericano les aplicó en pocas ocasiones. Curiosamente, ambos ejemplares se entregaron más y mejor cuando embistieron por el pitón izquierdo, por donde obedecieron con mayor profundidad y clase.

Pero pocas veces lo hizo así Bolívar, desconfiado y afligido ya con el primero, que continuó embistiendo con claridad a pesar de sus dudas y del inconcreto mando de su muleta durante una faena tan escueta como su determinación. Pareció, en cambio, que había recobrado el ánimo en el tiempo que medió hasta la salida del sexto, pues a este lo recibió con varias verónicas asentadas y fajándose con el ímpetu inicial del de Escolar, antes de ocuparse personalmente de la lidia durante el tercio de varas.

Una vez que su cuadrilla se lució con las banderillas, estaba ya más que claro que el zurdo era también el lado bueno de este toro, aunque el colombiano le abrió faena por el derecho, por donde se antojó de peor condición, aunque no mala, por una idéntica falta de gobierno en los muletazos.

Claro que Bolívar no fue el único que se quedó a medias. En un cartel de veteranos lidiadores, curtidos en muchas batallas ante las corridas «duras», ayer se echó en falta mayor decisión y solvencia profesional en toda la terna que se enfrentó a los albaserradas abulenses.

Con un lote menos claro, pero tampoco excesivamente problemático, el murciano Rafaelillo no llegó a asentarse ni a confiarse en ningún momento, mientras que Fernando Robleño, compuesto y aseado, tardó también más de la cuenta en centrarse con el segundo, más que manejable, y estuvo muy prudente ante la aspereza defensiva del quinto, aunque esta no llegara ni la mitad de la de sus ilidiables primos de la polémica corrida del lunes.