La Feria de San Isidro de 2017, que concluyó el domingo con la celebración del último de sus 32 festejos, arrojó, como viene siendo norma de las últimas décadas, unos discretos resultados artísticos, aunque más que satisfactorios en la taquilla, con más de 600.000 localidades vendidas. Comparado con el del año pasado, el último que celebró la saliente Taurodelta, el recién finalizado abono isidril arroja unos números muy similares en prácticamente todos los aspectos e incluso idénticos en cuanto a la cantidad de orejas cortadas: 30 exactamente.

Sobre ese número de trofeos (18 para matadores, 11 para rejoneadores y uno para novilleros), este año se han protagonizado siete salidas a hombros (cuatro de ellas solo de toreros de caballo) por las ocho de 2016, cuando, incluyendo en la serie la Corrida de Beneficencia, se llegó a una más por parte de los diestros de alternativa. En concreto, la Puerta Grande de Las Ventas solo se ha abierto esta vez para tres diestros de luces, los jóvenes Ginés Marín y Juan del Álamo y el veterano Enrique Ponce, que cortaron la tercera parte de las orejas que pasearon los de su escalafón, muchas de ellas de escaso peso específico. De hecho, el extremeño Marín fue el único diestro que le cortó dos orejas a un mismo toro -el bravo Barberillo, de Alcurrucén- por una faena clásica y redonda, mientras que la presidencia le negó el segundo trofeo a Juan del Álamo dos semanas después por otro rotundo trasteo a un astado de la misma divisa. Esas dos han sido las faenas más destacadas de la feria, en tanto que las que le valieron a Ponce la cuarta salida a hombros de Las Ventas en toda su larga carrera vinieron a premiar más su brillante puesta en escena y su actitud con un manso que la consistencia de ambos trabajos.

En cuanto al número de trofeos cortados, el máximo anotador fue el extremeño Alejandro Talavante, con uno en cada una de sus tres actuaciones en la feria, que estuvo a gran nivel en la primera y en la tercera con victorinos, pero por debajo de su bravo lote de Núñez del Cuvillo cuando resultó herido de menos gravedad. En cambio, con una sola oreja en su esportón, destacó especialmente el paso por la feria del también extremeño Antonio Ferrera, que alcanzó una especial dimensión de maestría y buen hacer, más allá de las circunstancias y los premios. Otras orejas de cierto peso, aunque supieron a poco para la importancia y responsabilidad de sus protagonistas, fueron las que obtuvieron figuras como El Juli, Sebastián Castella -éste con Hebreo, el mejor toro de la feria-, el extremeño Miguel Ángel Perera y el peruano Roca Rey.

Porque la más preocupante lectura que ha ofrecido este San Isidro es la constatación del bajo nivel medio por el que atraviesa el escalafón de matadores, a tenor sobre todo de la considerable cantidad de toros con claras opciones de triunfo que han sido desaprovechados. En dicho apartado ganadero, han destacado en esta edición las excelentes corridas lidiadas por las divisas de Jandilla, Alcurrucén, Victoriano del Río, Domingo Hernández y Núñez del Cuvillo, con al menos tres astados destacados en cada una de ellas, entre los que el citado Hebreo, de Jandilla, fue el único premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

En cambio, en las corridas de rejones, hubo un derroche de trofeos, en concreto once, que avalaron las dos salidas a hombros de Diego Ventura, así como las de Leonardo Hernández y Sergio Galán, fruto en su mayoría de la festiva actitud de un público radicalmente distinto al de los festejos de a pie.