El primer toro de Paquirri no quería pelea por el pitón izquierdo, pero en cercanías consiguió ligar alguna tanda con la derecha, aunque sin llegar a redondear la faena por la falta de transmisión y clase del astado. Ni los recursos de circulares invertidos salvaron la escasez del toro, al que se negó a banderillear.

Sí lo hizo en el tercero, de poder a poder en los dos primeros pares y al violín para cerrar. El toro era noble en exceso, pero sin más. No transmitía nada ni se pudo forzar porque embestía andando debido a su escasez de fuerza. Con ese oponente, Paquirri se sintió agusto, relajado y toreando casi de salón. Pases de desprecio mirando al tendido y tandas a cámara lenta remataron una labor donde la comodidad del torero estaba acorde con la falta de emoción del toro.

En el quinto también rehusó el matador a poner banderillas. El toro no tenía ni fuerza ni raza ni nada. Se quedaba debajo sin embestir y, pese a torear en cercanías y entre los pitones, el animal no rompió. Se agradeció la voluntad del torero con una oreja protestada por algún sector del público.

Cayetano salió a no dejarse ganar la pelea por su hermano y se fue a porta gayola, pero el toro solo tuvo la virtud de una movilidad que resultó engañosa, porque topaba más que embestía, descompuso las series y a veces lo hizo con violencia. Pese a la tremenda disposición del torero por ambos pitones, el toro ni humilló ni tuvo clase.

En el cuarto, que brindó a Francisco, destacaron sobre todo un quite de frente por detrás muy en torero y cargando la suerte y una serie rodillas en tierra con hondura y ligazón. Pero el toro iba de más a menos y obligó a Cayetano a rectificar los terrenos en casi todas las series. Argumentó la faena en la segunda raya de picadores y el astado se rajó definitivamente imposibilitando el remate lucido y la culminación de su labor.

El sexto no tuvo mucha clase ni acabó de romper, pero lo sacó a los medios y en el centro del anillo se cruzó y citó de frente con mucha entrega, aunque el animal iba a menos y no pudo redondear la faena.

Había dicho Cayetano: «quiero que los dos salgamos por la puerta grande, pero yo un poquito más». Y así fue porque resultó el triunfador de la tarde. H