Si en Málaga hay un problema cada temporada es que su semana de feria es previa a la Semana Grande de Bilbao, y eso, en muchas ocasiones, se nota y perjudica a los aficionados malagueños. En teoría, un torero debería dar todo de sí todas las tardes pero, a veces, no es así, pues para ellos hay algunas plazas más importantes que otras.

En el primer toro de la tarde, El Juli ha terminado rápido con su oponente, un animal complicado que se quedaba muy corto por ambos pitones y echaba la cara arriba. No se lo pensó dos veces Julián y lo macheteó sobre ambos pitones mientras recibía una sonora bronca cuando se disponía a entrar a matar.

El segundo de su lote, sobrero de Las Ramblas, engañó a todos pensando que se podía aprovechar, pero después de la segunda tanda sobre la mano derecha se rajó de pleno y se metió en tablas sin que Julián pudiera hacer absolutamente nada.

Talavante lidió en primer lugar un muy bravo toro de Cuvillo que quería comerse la muleta. Y fue así, con un galope recorriendo más de la mitad del ruedo, como comenzó Alejandro su faena. El de Cuvillo salió suelto del burladero y se fue hacia el extremeño que le recetó una serie de ayudados por alto, rematando con un pase del desprecio.

GAÑAFONES / Tenía que llevarlo muy metido en la muleta para que no soltase un gañafón al final del pase, así consiguió ir templando la embestida del animal y dejar una faena de altos vuelos que terminó calando entre el respetable que pidió la oreja.

En el quinto, Talavante estuvo bien, correcto, templado, toreando con mucho gusto pero le faltó algo a la faena, un poco más de acople, de justeza, toreó por momentos muy despegado y eso hizo que no terminase de calar.

EN LA CARA DEL TORO / Le brindó a su banderillero Juan José Trujillo, malagueño, y salió el Talavante que improvisa de maravilla en la cara del toro. Así es él, pero, ya está dicho, se veía que aquella labor tenía desacople, que no era todo lo brillante que este torero puede llegar a alcanzar.

Roca Rey recibió a su primero por verónicas bajando la mano y chicuelinas muy ajustadas. Con la muleta el peruano comenzó con unos ayudados por alto en los que no se movió ni un ápice mientras que el de Cuvillo pasaba por allí como una exhalación. Comenzó muy pronto a bajarle la mano sobre el pitón derecho lo que hizo que el toro durase muy poco.

Por el izquierdo el animal era más complicado y Roca Rey tiró de ingenio y empezó a improvisar con pases sacados por la espalda y a despertar al público de su letargo. Remató por manoletinas.

El sexto fue un animal sin ganas de embestir desde que salió por chiqueros. No hubo acople con un animal muy parado desde el capote y Andrés lo intento por ambos pitones sin poder obtener lucimiento.