Elegante, siempre elegante. Vicente del Bosque no cambia, ni su palabra ni su gesto. No alza la voz ni cae en el halago fácil. Se presentó en la Diputación discreto, sin llamar la atención. Se paró con amabilidad ante los medios de comunicación antes del acto y no evitó ninguna pregunta. Cordial, pero sin ser zalamero, habló sobre el pasado del Córdoba, camiseta que vistió "con orgullo" en Primera División, y también sobre el presente. Desde su mesura, hizo una llamamiento a la calma. "Estamos en los inicios y los recién ascendidos tienen que adaptarse; es muy difícil ascender, tiene un gran mérito y el Córdoba se tiene que adaptar. Es muy pronto para hacer un juicio; lo más importante es no perder la calma, hay buen equipo, buenos refuerzos y un excelente entrenador".

Más formal si cabe, sentado ante el auditorio, mostró su lado más dicharachero, por momentos irónico, cuando recordó, por ejemplo, el partido en el que el Córdoba le birló una liga al Barcelona para brindársela al Real Madrid. "El campo estaba lleno, pese a que estábamos en Segunda. La gente se portó de maravilla; el único que no está contento será Miguel Reina", dijo mirando al exguardameta, sentado en las primeras filas. "Felicidades, por cierto, que es tu santo", le guiñó. "Creo que es el único que se acuerda del árbitro -continuó con la broma--; no fue penalti, pero nos valía con el empate", insistió en dos ocasiones.

También se acordaba el seleccionador de los tres lugares que más visitó durante su estancia en Córdoba. "Mi casa, El Arcángel y El Barril", reconoció para regocijo del público. "No conocía la noche de Córdoba ni casi el día, pero sí esos tres sitios". Tuvo una mención especial para la familia Mérida "Vivía encima de nosotros, tenía muchos hijos y me hacían las tardes muy entretenidas jugando al parchís".

Del Bosque fue el único integrante de la mesa que no abrió su botella de agua. Con voz pausada fue nombrando a los compañeros con los que coincidió. "Hicieron un grupo fantástico. Me quedo con el recuerdo de las personas con las que pude convivir. Me ayudaron a formarme como futbolista y como persona. Era un vestuario humilde y sencillo; fue un aprendizaje extraordinario".

Conforme avanzaban los minutos, Del Bosque se explayaba, cada vez con más naturalidad. "Me encuentro cómodo aquí y es un orgullo haber pertenecido a la familia cordobesista".

El campeón del mundo hizo una mención especial al técnico que lo dirigió en el Córdoba, Vavá. "Conocí a su hijo y todos los que estamos aquí le recordamos como extraordinaria persona. Lo pasábamos bien, y eso que no ganábamos; ¡si llegamos a ganar sería la leche!", dijo, y levantó la última carcajada de un público entregado.