Se trataba de una imagen tan distintas a las recientes de nervios en la Selectividad o de angustia en oposiciones que... parecía un universo paralelo. Alumnos tranquilos, que llegaban cuando querían a lo largo de la mañana, charlaban animadamente y se acercaban a los estands de las empresas para «proponerles» su trabajo. Fíjese bien: «Proponer», no «mendigar» un empleo, y disculpe la dureza de la expresión. «Bueno, me falta que me firmen los papeles para ser ingeniera informática. Pero he llegado hace media hora y… ya ve...», decía una risueña Marta Gutiérrez tras salir de una entrevista de trabajo con la firma Everis y haber quedado con otra empresa, Áyesa, para perfilar detalles.

Y es que el tópico dice que los ingenieros tienen un carácter especial, tanto estudiantes como titulados. La dureza de la carrera puede que contribuya a ello. Pero en estos tiempos de paro, debe marcar también saber que tantísimas horas de estudio son una garantía de empleo.

«Todavía nos queda, pero ya vamos viendo ofertas», decía Carlos Jiménez junto a Arturo Calleja, de Mecánica, con Jesús Lara, de Electrónica. Este último con menos prisa aún porque «quiero hacer primero un máster». ¡Pues sí señor! Cuando hay talento, ¿por qué aceptar la primera oferta de empresa que se presente?