El perfil de los ciudadanos que llegan a centros de refugiados en Córdoba cambia de acuerdo con la evolución de las crisis de los distintos países y, así, una familia que hace solo unos años no se planteaba abandonar su tierra se encuentra de repente en el extranjero, sin vivienda, sin trabajo y, posiblemente, habiendo dejado atrás a buena parte de sus seres queridos. Esta es la situación que afrontan quienes son atendidos en el programa de Acogida e Integración de Personas Solicitantes y Beneficiarios de Protección Internacional que Cruz Roja desarrolla en la provincia, en el que sobresalen los venezolanos por ser la nacionalidad con más presencia en los centros de refugiados de la capital y de Puente Genil, aunque también destacan otras como la siria, la salvadoreña, la ucraniana, la marroquí o la hondureña.

Estos recursos se encuentran en torno al 92% de su capacidad, con 122 plazas ocupadas al finalizar el pasado mes de julio, y el 13% de los beneficiarios son personas que proceden de ese país de Sudamérica. No obstante, la institución recordó recientemente que en Córdoba hay refugiados o solicitantes de asilo de más de una quincena de nacionalidades diferentes.

También precisa que la acogida constituye la primera fase del programa, pero en la segunda etapa, en la que los beneficiarios ya se alojan en pisos de manera independiente, están trabajando con siete ciudadanos venezolanos, a los que se suman otros que pueden ser atendidos fuera de esta iniciativa, porque ya llevan más tiempo en España. La evolución registrada en Córdoba se encuentra en la línea de lo que está sucediendo a nivel nacional, donde se está percibiendo un aumento de las peticiones de asilo por parte de personas llegadas de Venezuela ante la crisis política y económica del país.

EL TRABAJO/ Cruz Roja es la entidad que tiene un mayor peso en la labor con los refugiados en Córdoba, aunque existen otras organizaciones. A las 122 personas que se encuentran alojadas en sus centros de refugiados se suman otras 29 que son solicitantes de protección internacional, pero todavía no han ocupado una plaza y están en su programa de ayuda humanitaria.

En cuanto al perfil de los ciudadanos ayudados en la primera fase del programa, se puede añadir que más de la mitad tienen entre 18 y 34 años de edad; casi una cuarta parte son menores de edad y otro 23% se encuentra entre los 35 y los 49 años de edad, mientras que solo dos superan los 50 años. Además de esto, el 69% son hombres y un 31% son mujeres.

May Costa es una educadora social que trabaja en esta iniciativa y explica que el comienzo para estas personas «es complicado», ya que viven una experiencia de desarraigo, se enfrentan a una cultura diferente y tienen que adaptarse a una nueva situación. Acerca de la labor que realiza Cruz Roja en Córdoba, detalla que en la fase de acogida temporal el objetivo es garantizar la cobertura de las necesidades básicas y favorecer la adquisición de competencias y de habilidades para que puedan desarrollar una vida independiente. En este sentido, afirma que «ellos tampoco quieren esta situación, vienen de su país con una vida estructurada y productiva, y aspiran a poder tenerla aquí». En estos centros se trabaja con itinerarios personalizados, porque en función de las necesidades, de las destrezas y de las fortalezas del usuario, se plantea el camino a seguir.

En una segunda etapa, la organización apoya a estos ciudadanos para que se produzca su integración social, ya que pasan a una vivienda independiente y «se hace mucho hincapié en la búsqueda activa de empleo», señala May Costa, que apunta que en este periodo «ya van creándose sus objetivos».

Cada una de estas fases dura seis meses y se completan con una tercera, por el mismo tiempo, en la que Cruz Roja acompaña a estas personas en su vida autónoma. May Costa manifiesta que la mayor presencia de una nacionalidad u otra depende de la necesidad del momento y recuerda que los ciudadanos a los que ayudan le son derivados por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social.