Son muchas las cifras y ránkings que avalan el potencial investigador de la Universidad de Córdoba, «su principal seña de identidad», según afirma contundente el rector, José Carlos Gómez Villamandos. Por ello, en los últimos años, la UCO ha hecho «un gran esfuerzo» por los programas de captación y retención del talento investigador, de forma que muchos jóvenes egresados de las aulas universitarias se puedan forjar una carrera científica en Córdoba. Nada que envidiar a otros centros europeos. Según los datos ofrecidos por la UCO, en los últimos cuatro años se ha multiplicado casi por tres el número de becas propias destinadas a que el alumno se inicie en labores de investigación y transferencia (las actuales becas Semillero, para alumnos de grado y máster).

Además, se han puesto en marcha convocatorias completamente nuevas de contratación de personal investigador, que incluyen contratos predoctorales, destinados a la retención de graduados con alto rendimiento académico, contratos puente para doctores que desean hacer un periodo postdoctoral en el extranjero y contratos postdoctorales para investigadores que obtuvieron una buena evaluación en las convocatorias de contratos Ramón y Cajal o Juan de la Cierva. En este último caso, según la UCO, en el 2017 el número de contratos se triplicó respecto a convocatorias anteriores. Pero para reforzar la actividad investigadora, también se contrató el último año a 114 personas como personal laboral técnico de apoyo y de gestión de la I+D+i, y este año se tiene previsto que se incorporen 100 titulados superiores más.

Este apoyo a la actividad científica, que ha hecho que la UCO duplique los fondos propios dedicados a la misma, con una inversión el año pasado por encima de los 2,5 millones de euros, está dando sus frutos, según la vicerrectora de Investigación, Teresa Roldán, ya que en los últimos cuatro años la captación de fondos en convocatorias públicas competitivas ha aumentado en torno a un 75%, llegando el año pasado a conseguir 8,2 millones de euros. Si a esto se suman ingresos procedentes de convenios, contratos con empresas, ayudas a grupos de la Junta de Andalucía y de los planes propios de investigación, puede decirse que la UCO destina unos 16 millones de euros a la I+D+i, con unas 2.750 personas dedicadas a la actividad científica.

Pero, para el rector hay un dato también clave, que afecta a este personal, y es que, «si siempre estamos en la horquilla de los 4 o 5 primeros, este año la UCO es la que más sexenios de investigación ha tenido sobre todos los posibles, es decir, que, cuando se evalúa a los profesores, los de Córdoba están muy por encima del resto del sistema nacional. Hemos estado los primeros en ese reconocimiento a la actividad investigadora. Es algo que nos identifica». Según se recoge en el último informe de la CRUE, un 89,12% del profesorado cordobés tiene reconocidos sexenios, lo que es un reconocimiento.

Pese a todos estos datos favorables, la vicerrectora de Investigación señala que «no hay que caer en la autocomplacencia, sino ser conscientes de que la investigación es una carrera de fondo, que la crisis nos ha afectado de manera especial y que aún hay margen de mejora». Además, Teresa Roldán ve como «un aspecto preocupante el incremento exponencial que se está produciendo en carga burocrática que sufren los profesores universitarios que se dedican a la investigación».

En su opinión, «tenemos que encontrar soluciones imaginativas que permitan una mayor simplificación y que libere a los investigadores de esas labores administrativas y de gestión para que puedan dedicar su esfuerzo principal a las tareas investigadoras». La vicerrectora califica al investigador como una persona que «optimiza al máximo los recursos disponibles y, con la financiación que tiene, hace grandes cosas».

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