El mejor truco de Rajoy ha sido convencer al mundo de que esa caricatura de un burócrata adicto al Marca y con tendencia a desorientarse siguiendo sus propias palabras, es el verdadero Mariano. Pocos han sabido convertir una imagen que a cualquier otro le resultaría irritante en un camuflaje ideal para la refriega política. Lo ha conseguido con la paciencia del táctico ambicioso que disfraza y con la ironía que se necesita para ser el registrador más joven de España y tener humor.

En estas elecciones Mariano Rajoy se la juega más que nadie. Pero eso no es nuevo para él. En realidad la pregunta correcta sería cuándo no ha estado en cuestión su liderazgo, o cuándo no se gestaba alguna conspiración para jubilarle como candidato. Siempre pensamos que Rajoy está en peligro. Cuando nos damos cuenta de que él es el peligro ya resulta demasiado tarde. Que se lo pregunten a Esperanza Aguirre o a José María Aznar. También creyeron pelearse contra la caricatura. Seguramente aún no se reconocen abatidos por un rival despiadado en su estrategia, maestro en la gestión de los tiempos, resistente a las presiones y conocedor del poder revolucionario de la paciencia.

Mariano Rajoy lleva toda la vida en política pero todos pensamos que está de paso. Otro de sus aciertos. ANTÓN LOSADA