Esta es la historia de dos pacientes trasplantados, la del cordobés Antonio Vázquez Hoyo y la del granadino Jesús Pérez Gómez. Trasplantes con el sello del número 3, ya que Antonio ha necesitado tres trasplantes de riñón y Jesús tuvo que esperar a una tercera oportunidad para ser trasplantado de corazón, ya que en las dos anteriores al final el órgano no fue viable. Antonio, vecino de Miralbaida de 53 años, recibió un primer trasplante renal con solo 21 años, debido a que por una enfermedad que no había dado la cara se le paralizaron los riñones. Pero ese primer injerto no fue bien y, tras 13 años en diálisis, fue trasplantado en el 2005. «La diálisis es muy dura, necesitas mucho apoyo para sobrellevarla», señala Antonio. El segundo injerto le funcionó 11 años y medio. Volvió a enfermar en la Navidad del 2016, pero tuvo la fortuna de que solo 20 días después recibió un tercer trasplante, el 20 de enero del 2017. «Este tercer trasplante está yendo como un reloj. Le doy las gracias a los donantes de órganos y a la sociedad cordobesa y española por ser líderes mundiales en generosidad. En mi caso no tenía opciones de recibir una donación de vivo, porque mi mujer se hizo las pruebas y no era compatible», destaca este cordobés, que es el tesorero de la asociación de trasplantados y enfermos renales (Alcer Córdoba).

En el caso de Jesús Pérez Gómez, después de que lo avisaran en dos ocasiones y no pudiera ser trasplantado, su trasplante de corazón finalmente se llevó a cabo el pasado 2 de noviembre. Jesús, vecino de Santa Fe (Granada), de 46 años, sufría una miocardiopatía restrictiva, enfermedad que había limitado mucho su calidad de vida y también su capacidad para trabajar. «Hace unos diez años un invierno cogí un resfriado muy grande y el médico se dio cuenta de que mi corazón iba muy rápido, llegando a alcanzar más de 140 pulsaciones. Me hicieron pruebas y me diagnosticaron esta enfermedad del corazón. Durante varios años el tratamiento que tenía indicado me fue bien, aunque cada año me notaba peor. Hasta que en enero del 2017 me comunicaron que necesitaba un trasplante de corazón y me derivaron al Reina Sofía, hospital referente en este tipo de injertos», cuenta Jesús. «El 1 de marzo del pasado año ya estaba en lista de espera. El 1 de abril me avisaron por primera vez de que había un posible donante y luego otra vez a finales de octubre, pero en ambos casos el corazón era inviable para trasplante. Cuando me llamaron de nuevo el 2 de noviembre no sé por qué ya supe que esta era mi oportunidad», relata. «Mi recuperación ha sido positiva. Estuve ingresado, entre la UCI y planta, cuatro semanas y ahora ya paso las revisiones cada tres semanas», destaca.

En la actualidad, Jesús se encuentra bien, ya no sufre retención de líquidos, que era un problema añadido a su patología coronaria, y puede caminar entre 40 y 50 minutos diarios, que es lo que le han recomendado. Hace una vida tranquila con su mujer, Encarni, y sus dos hijos. «Fue duro el mes que pasé en el Reina Sofía, aunque mi mujer no se separó de mi lado y para mí fue un apoyo fundamental. He estado dolorido porque me han tenido que abrir todo el tórax por el trasplante», indica este trasplantado.

No hay día que Jesús deje de agradecer la solidaridad de la familia del donante que ha hecho posible que sigan con vida él y varias personas más, pues se trató de una donación multiorgánica, y resalta a su vez la «gran labor «de los profesionales del Reina Sofía, incluyendo todas las unidades que forman parte de los trasplantes cardiacos. También agradece este paciente el apoyo recibido por parte de la asociación de trasplantados de corazón de Córdoba, en especial de Paco Navarro, deportista trasplantado cardiaco con el que Jesús se propone recuperar su afición al tenis de mesa, deporte al que jugaba de joven.