Ocupar nunca fue ni será la solución. Si admitimos la ocupación como forma de vida, ¿qué habremos ganado? Quienes, recortando aquí y allá, pagan la hipoteca, el alquiler o la luz acabarán pensando que el sistema los toma por tontos. El buenismo impuesto desde arriba para eludir la responsabilidad de dar respuesta a los de abajo acabará asfixiando a los de en medio. ¿Para qué pagar? Legitimar la usurpación como un derecho no es más que pan para hoy y hambre para mañana.