A sus 40 años, Susana Díaz ha pasado por todas las instituciones. Le falta el Parlamento Europeo, pero seguramente no le interesa mucho, al menos en esta fase de su carrera política en la que exhibe un indiscutible mando en plaza. También ha recorrido, desde las Juventudes Socialistas, el entramado interno de su partido, del que ahora es la secretaria general de Andalucía, lo que hace pensar que domina tanto el aparato interno como la proyección exterior, un conocimiento muy útil para un político. En su proyección pública transmite aplomo, seguridad en sí misma, con la que pisa los escenarios de los actos públicos con sonrisa de ganadora y un lenguaje directo-popular que, aunque caiga a veces en el tópico, refuerza ese liderazgo que nadie le rechista en el partido, y del que ahora debe convencer al elector. Algo en su cara deja claro que será una adversaria temible. De momento es el fenómeno mediático, y su capacidad de transmitir puede medirse, sin necesidad de encuestas, en los odios que despierta en el mundo de la tertulia y de la contienda política.

Susana Díaz (Sevilla, 1974) es licenciada en Derecho por la Universidad de Sevilla y diplomada en Alta Dirección de Instituciones Sociales por el Instituto Internacional San Telmo. Antes de ser investida presidenta de la Junta el 5 de septiembre del 2013 ha desarrollado una intensa trayectoria política en Andalucía, donde ha ocupado distintos cargos orgánicos en el PSOE andaluz e institucionales en el Ayuntamiento de Sevilla, el Parlamento andaluz, el Congreso, el Senado y el Gobierno andaluz, donde fue titular de Presidencia e Igualdad.