Oyéndolos gritar "¡sí se puede!, ¡sí se puede!", uno llega a pensar que todo es posible y a creer que su movilización lo logrará. Los valientes gritos de los integrantes de la plataforma Stop Desahucios, premiada por haber hecho visible el drama de los desalojos, llenaron de verdad un auditorio demasiado acostumbrado a discursos hueros. Todo en ellos es tan poco institucional que el premio ni siquiera lo recogió Rafael Blázquez, el portavoz de la plataforma que atendió estoico toda la gala desde el escenario. Prefirió dejar el protagonismo a dos víctimas cordobesas de la avaricia financiera: Diego García, un abuelo que avaló a su hijo y ahora puede perder su casa, y Mari Carmen Aranda, viuda de Fran Lema. Otro de los integrantes de la plataforma, Rafael Carmona, recordó que su lucha "se consigue con la movilización y la organización" y adelantó que la suya "no ha hecho más que empezar".

También lanzó un mensaje de esperanza el prestigioso abogado Rafael Sarazá, que aunque recibió el premio por su trayectoria jurídica, está avalado además por un profundo compromiso social y político que arrancó en la dictadura. "Sí se puede --dijo el abogado--. Se pasan malos momentos, pero se puede". Sarazá pidió con gran acierto que subiera al escenario la verdadera artífice de su éxito: su mujer Luisa Jimena. Un gesto que el público aplaudió con profusión.

Y es que la gala iba adquiriendo un tono tan reivindicativo que todos se iban contagiando del espíritu de la plataforma. La actriz Marisol Membrillo, que habló en nombre de todos los premiados, esbozó una frase: "nuestras manos unidas...", y fue interrupida por una voz desde el patio de butacas que dijo: "jamás serán vencidas".