En estas semanas están empezando su actividad las dos campañas agrícolas que más empleo generan en la provincia como son la aceituna (de almazara) y la naranja. La primera tiene una especial incidencia en las zonas próximas al Guadalquivir (alrededor de una cuarta parte) y en el sur de la provincia, en torno al 70% del total. Por su parte, la segunda tiene casi toda su actividad productora en la Vega del Guadalquivir. Ambas campañas suelen generar cada año entre los 6,5 y los 7 millones de jornales. Sin embargo, este año de sequía se prevé que el empleo se verá reducido considerablemente, en alrededor de un millón de jornales menos, según estimaciones de la Junta y los sindicatos. De ahí que tanto sindicatos como algunos partidos políticos estén reclamando al Gobierno central que este año (igual que se ha hecho en otras ocasiones) elimine el requisito de reunir las 35 peonadas para poder cobrar el subsidio agrario, pues serán muchos los jornaleros, y especialmente jornaleras, los que no podrán alcanzar dicho tope, peligrando el cobro de la citada ayuda económica.

En concreto, desde la Delegación Provincial de Agricultura de la Junta, su responsable en Córdoba, Francisco Zurera, indica que, aunque todavía es pronto para hacer una estimación de jornales en la aceituna, se podría hacer un cálculo que rondaría los cinco millones y medio. En lo que se refiere a la campaña citrícola, Zurera se mostró confiado en que se pudieran llegar a los 450.000 jornales.

Por su parte, desde CCOO, el secretario del sindicato provincial de Industria (que agrupa ahora al campo), Rafael Morales, dice que la estimación de su sindicato cifra en un 25% el número total de jornales que se pueden perder este año en estas campañas, aunque confía en que en la naranja todavía se pueda mejorar algo y que en la aceituna, al no poder entrar algunos de los sistemas mecánicos de recolección, se tenga que recurrir a mano de obra que lo haga. Aún así, señala que será muy considerable la pérdida de empleo de este año.

Entrando en lo que son las estimaciones de la campaña, Francisco Zurera indica que, en lo que se refiere al olivar, «el aforo nos dice que en nuestra provincia se producirá un 9% menos que el año pasado», e indica que «esta campaña se ha desarrollado en Córdoba con un adelanto de unas dos semanas en el estado fenológico del olivo, y marcado por un verano de altas temperaturas, quizás el factor que más influye es el déficit hídrico». En ese sentido, recuerda el delegado que «ya es el cuarto año en el que las precipitaciones están por debajo de la media, en una provincia como Córdoba en la que el olivar de secano representa el 87% del total». En cuanto a la calidad, explica el delegado que la aceituna «se encuentra sana y el nivel de picadura de la mosca del olivo tiene unos niveles muy bajos». Por todo ello, Zurera se muestra esperanzado en que «el aceite de este año sea de muy buena calidad», al tiempo que confía en que «la meteorología permita recoger una gran proporción de aceituna de vuelo».

La lectura que hace la organización agraria Asaja de esta incipiente campaña oleícola es algo más pesimista, pues la tacha de «nefasta», ya que se espera producir en toda la provincia 243.700 toneladas de aceite, de acuerdo con los datos del primer aforo de la Junta. La cifra supone, en la línea citada por el delegado de Agricultura, un descenso del 8,9% con respecto a la campaña anterior. Explican desde Asaja que en Andalucía se aforan 884.900 toneladas de aceite y en España, 1.106.000 toneladas. «El mayor descenso de producción afectará a Jaén, situándose Córdoba en cuarto lugar, mientras que la media andaluza señala una bajada del 15,8% de cosecha respecto al año pasado».

Asegura Ignacio Fernández de Mesa, presidente de Asaja Córdoba, que la falta de precipitaciones y las altas temperaturas son las principales causas de este notable descenso. «No en vano, y tras una buena floración en primavera, el comportamiento climatológico posterior ha hecho estragos en el sector. No se produjo el cuajado adecuado debido a las escasas precipitaciones, algo que, sumado a una primavera, verano y principio de otoño extremadamente secos y calurosos, han traído estas consecuencias».

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