Rafael Gómez (Córdoba, 1944) cuenta con una dilatadísima trayectoria profesional y vital, en la que partiendo de unos orígenes humildes ha logrado situarse entre los principales empresarios de las últimas décadas en la ciudad. De este modo, se podría decir que le habrán quedado por tocar pocas de las actividades económicas con mayor auge, comenzando por la joyería y pasando por la construcción en los años del boom inmobiliario; el deporte como presidente del Córdoba Club de Fútbol; la sanidad y, finalmente, la política municipal. Su detención en el caso Malaya y posterior condena por cohecho (en el 2006), y la crisis del ladrillo marcaron el inicio de un declive que ha concluido con una nueva condena por dos delitos contra la Hacienda Pública, que le llevó a entrar ayer en la prisión de Alcolea.

Afable incluso en sus peores momentos, Gómez recibe su apodo del protagonista de las novelas de aventuras de Salgari, Sandokán, y todavía hay quien recuerda aquella letrilla de carnaval que hace años sonaba «Sandokán, Sandokán es el rey de la ciudad». Este personaje de ficción es un príncipe con el sobrenombre de Tigre de Malasia y quizá sean su melena blanca y sus ojos penetrantes lo que más caracterizan físicamente al empresario.

Quienes le conocen afirman que nació en la calle de los Frailes y él dice ser de la plaza del Alpargate, aunque todo el mundo lo relaciona con el barrio de Cañero, de donde es su esposa, porque allí vivió y trabajó en la joyería. Su vida laboral comenzó siendo niño, como pavero y cabrero, y entró en este sector a los 11 años de edad. En 1979 fundó un taller junto a otros dos socios y, después de esto, asumió la dirección y convirtió la firma Rafael Gómez Sánchez (RGS) en una de las más señeras de Córdoba.

Llegó a la construcción a principios de los 90 y en 1996 fundó Arenal 2000, con la que se profesionalizó en este ámbito. Este negocio se convertiría en el más importante de su grupo empresarial por su facturación.

Con el cambio de siglo también impulsó la marca de relojes Paul Versan y en el 2004 adquirió el parque de atracciones Tivoli World en Benalmádena (Málaga). Un año más tarde inauguró el hospital más destacado de esta localidad de la Costa del Sol, Xanit, por lo que este complejo se añadiría a su red de clínicas en Fuengirola, Torremolinos y Nerja. Quizá una de sus áreas de actividad más desconocida ha sido la agropecuaria.

El grupo Rafael Gómez Sánchez tuvo más de cincuenta empresas y llegó a emplear cerca de 3.000 trabajadores de forma directa, a los que se sumaban en torno a 5.000 de manera indirecta. Fuentes próximas a él destacan que, en el momento de contratar, primaba a los profesionales y las empresas cordobesas, aunque en ocasiones le costase más caro. A raíz de la crisis económica, vendió negocios como el parque de atracciones y el hospital para conseguir liquidez y pagar a proveedores y plantilla. A finales del 2009 salió a la luz que su grupo empresarial había perdido casi 9.000 puestos de trabajo y había contraído una deuda de 3.200 millones de euros, una cantidad sobre la que él mismo indicó que había abonado en torno al 90%.

Fue a finales de la década pasada cuando el empresario también dio el salto a la política, logrando cinco concejales en el Ayuntamiento de Córdoba con su partido, Unión Cordobesa, en las municipales del 2011. Cuatro años más tarde volvió a ser concejal electo, pero renunció a su acta y ahora es su sobrino Rafael Serrano (número dos de la lista) quien representa a UCOR en el Consistorio. En aquellos años trascendió que Gómez se había planteado saltar a la política autonómica, aunque finalmente no lo hizo. Además de la deuda con la Justicia, este empresario fue multado por el Ayuntamiento de la ciudad con más de 24 millones de euros por la construcción sin licencia de naves en la Carretera de Palma del Río. El verano pasado también se conoció que sus sociedades deben en torno a 182 millones de euros al fisco.