Asumió públicamente el viernes Mariano Rajoy que el año que termina ha sido sumamente complicado para el Gobierno. En los partidos e instituciones se habla de una España en pause pendiente hace meses del «mayor desafío» planteado desde la Transición, en alusión a la declaración de indepedencia que llegó desde Cataluña. Lo cierto es que tampoco parece que el 2018, al menos en sus inicios, vaya a lograr sacar a la crisis catalana del centro del escenario, dado que está pendiente el formar Gobierno (o repetir elecciones); el futuro de varios políticos que promovieron la secesión encarcelados y el devenir de otros huídos de la justicia, como Carles Puigdemont. Dentro de dos semanas habrá nuevo capítulo.

Todo afectará, y de lleno, a la política española. Esa cuyos representantes se han atrevido a dar cuerda al artículo 155 de la Constitución, con el aval del PP, PSOE y Ciudadanos para frenar una amenaza secesionista y que ahora cruzan los dedos para poder dejar esa etapa atrás y ocuparse de asuntos distintos a la crisis territorial (que por primera vez se abordará en una subcomisión del Congreso).

Y es que en el 2019 habrá examen en las urnas en el resto de autonomías y en los municipios españoles, lo que hace que los partidos planeen ya engrasar la maquinaria electoral.

Los populares, de entrada, se esforzarán por sacudirse de encima la amenaza de sorpasso naranja que ha tomando enjundia tras el 21-D. No será fácil. Deberán hacer equilibrio los de Rajoy en los próximos tiempos, en los que tendrán que simultanear la férrea crítica a C’s con solicitarles apoyo para sacar adelante legislación pendiente. Principalmente, unos nuevos presupuestos que el PP ansía y para los que necesita también a los peneuvistas, reacios a la negociación si el 155 no decae.

PRESUPUESTOS Y SUCESIÓN

Asegura Rajoy que está tranquilo en este aspecto y que si no lograra sacar adelante unas nuevas cuentas públicas para el 2018, prorrogaría los presupuestos vigentes sin mayor problema. En el corto plazo, sí. Pero el presidente sabe de sobra que eso le complicaría su deseo de apurar la legislatura y, de paso, aplazar en lo posible el debate sobre su sucesión. O autosucesión. Ya se verá.

Por el momento él se limita a mandar mensajes internos apuntando que desea seguir, a fin de que no se aceleren aquellos que quisieran ir preparando el camino para dirigir el partido. A la vez recalca que no piensa acometer cambios en su gabinete (estaría obligado si finalmente Luis de Guindos optara a la vicepresidencia del BCE) pese al batacazo en los comicios catalanes. Eso sí, queda pendente para el nuevo año el relevo en el PPC, ya que en Madrid se frenó hasta nueva orden el intento de Xabier Albiol de dejar su cargo.

Los candidatos populares catalanes ya empiezan a tomar posiciones para aspirar a presidir el partido y avisan de que la dedocracia impuesta por Génova (ubicación de la sede del PP en Madrid) puede ser perjudicial para los intereses del partido en Cataluña.

PSOE, A POR EL CENTRO

Por su parte, el PSOE intentará afianzar la recuperación de voto que se ha ido recogiendo en las encuestas, a pesar de que el resultado del PSC en Cataluña tampoco le dé motivos a Pedro Sánchez para ser excesivamente optimista. Su objetivo ahora es marcar terreno en el centro político, compitiendo especialmente con un Albert Rivera que roba voto a diestra y siniestra. E incluso cuenta con los elogios de FAES, la fundación que dirige José María Aznar e incluso del propio expresidente popular.

Con ese planteamiento, el líder socialista quiere seguir alcanzando acuerdos con el Ejecutivo central para reforzar la imagen de partido de gobierno y, en lo posible, ir arrinconando a un Albert Rivera que se va haciendo más fuerte, mientras que Podemos, hasta hace poco principal adversario del PSOE, se desinfla en los sondeos y se sume en complejos debates internos. Por ejemplo, sobre Cataluña. Y donde las críticas internas surgen cada vez con más fuerza e intensidad por la falta de una clara dirección política. Uno de esos pactos con el Gobierno en que piensan los socialistas podría ver la luz en los próximos meses: el de financiación autonómica, llamado a ser el gran debate (junto a la posible reforma de la Carta Magna) del 2018.

También están dispuestos a alcanzar consensos en materias como educación y se disponen a dar la batalla en pensiones, hasta el punto de que han preparado una gira por todo el país para denunciar la situación actual. El rifirrafe con el PP vendrá, seguramente, de la mano de los tribunales, donde el partido de Rajoy podría sentarse en el banquillo este nuevo año por el caso de los ordenadores de Luis Bárcenas, salvo que se libre si se le aplica la llamada doctina Botín.

Sin embargo llegará con seguridad la sentencia del caso Gürtel y habrá noticias sobre la financiación popular en el PP valenciano, pendiente de juicio este mismo enero. Los propios socialistas pasarán su vía crucis judicial en el 2018 con los eres, aunque los protagonistas serán sin duda los políticos catalanes. Sin olvidar a Iñaki Urdangarín, que sabrá con el nuevo año sin debe o no ingresar en prisión una vez que se conozca la sentencia firme tras el recurso presentado a la condena de la Audiencia Provincial de Baleares.