No le gustan las entrevistas porque «no siempre tengo algo que decir», pero inaugurar la 37ª edición del Festival de la Guitarra, el próximo 30 de junio en el Teatro de la Axerquía, «lo merece», dice el cantante del grupo Extremoduro, que ahora camina en solitario hasta que el destino vuelva a reunir a su banda. Mientras tanto, disfruta de la experiencia en solitario, con la que ya ha sacado dos discos en los que sigue siendo trasgresivo y donde ha volcado todo lo que le pasa por la cabeza.

-Ha sido el elegido para abrir el Festival de la Guitarra de Córdoba. ¿Qué le parece la cita?

--Conozco el festival y sé que va mucha gente muy buena y reconocida. Para mí, significa una alegría poder tocar en estos sitios.

-¿Cómo está yendo esta nueva gira? ¿Qué veremos de Robe?

--Muy bien. Esta gira está dividida en dos y es diferente si se hace en teatros y auditorios o en lugares más convencionales de rock, donde estar de pie y tomar una copa. El de Córdoba será un mixto de los dos.

-Dicen que su último disco, ‘Destrozares, Canciones para el final de los tiempos’, es Robe en estado puro. ¿Está de acuerdo?

--Quizá. Yo he querido meter en el disco todo lo que pasaba por mi cabeza en ese momento, no solo las cosas buenas. He puesto mis carencias, mis errores, mi mala leche... He dejado momentos de enfado, en los que dices cosas que realmente no piensas, llevado por el cabreo, pero que en algún momento pasan por la cabeza.

-Parece que, según sus nuevas canciones, el mundo va a peor o usted está cada vez más pesimista. De cualquier manera, parece seriamente cabreado.

--Casi prefiero ser pesimista, aunque no sé hasta qué punto soy pesimista o realista. Yo veo que los problemas que había en el mundo cuando empecé a tener conciencia son los mismos y más, y todos de muy difícil solución y en muchos ámbitos. Tenemos un mundo que se está descascarillando. Todo es cada vez más grave y no se ve una luz al final.

-La cultura siempre ha sido un arma poderosa, pero también parece estar en horas bajas.

--Últimamente las cosas que oigo de la cultura me ponen los pelos de punta. La filosofía cuenta cada vez menos en las escuelas y universidades, y lo que se enseña es cómo harías para comprar mil toneladas de trigo en un país y venderlos en otro a mayor precio. La cultura tira hacia un saber totalmente falto de la más mínima ética.

-¿Sigue utilizando la música para llegar a las «cabezas ahuecadas», como dijo una vez?

--Intento que la música siga siendo trasgresiva, que dé que pensar y sentir. No sé si lo que hago ahora es rock, pero sí sé que es trasgresivo. Hago las canciones igual que antes, quizá cambie el envoltorio.

-¿Tiene necesidad de cantarle al mundo lo que le inquieta?

--Tengo necesidad de hacer las canciones, de cantarlas al mundo, menos.

-¿Qué le molesta más de los políticos?

--Lo que menos me gusta de los políticos es la gente que los vota.

-También derrocha melancolía en sus nuevas canciones. ¿Qué añora?

--No añoro mucho. Tengo nostalgia de las cosas que no conozco. Me gusta llevar sentimientos a la cabeza, y el paso del tiempo es algo que todo el mundo puede comprender.

-Ha sido muy comentado por sus seguidores el gesto que tuvo en Plasencia al no querer que el Ayuntamiento pagara su concierto. ¿Qué le movió a hacerlo?

--Yo no estoy en contra de que los ayuntamientos subvencionen conciertos donde no hay recintos adecuados, pero cuando se hace en una plaza de toros cobrando una entrada de treinta pavos, no creo que haga falta una subvención. El concierto está previsto el 7 de julio y no sabemos qué pasará, aunque creo que finalmente se hará. En una ciudad como Plasencia y con ese aforo es viable hacer un concierto sin necesidad de que el Ayuntamiento se gaste 40.000 euros.

-¿Qué queda de aquel joven que fundó Extremoduro?

-Lo que queda de mí es lo que soy. Sigo entero. Ha habido una evolución en mi vida personal y profesional, y sigo haciendo las cosas como me da la gana. Y evoluciono porque quiero, si estuviera a gusto haciendo lo mismo siempre, lo haría. Pero a mí me pide el cuerpo sorprenderme y sorprender.

-Ha pasado muy poco tiempo desde su anterior trabajo, ‘Lo que aletea en nuestras cabezas’. ¿Se encuentra especialmente inspirado?

--La idea era hacer solo ese disco, pero nos gustó mucho la experiencia y los instrumentos llegaron por azar. Fue surgiendo y nos dimos cuenta de que había mucho campo por explorar. Necesito seguir sorprendiéndome, y he disfrutado mucho.

-¿Ha pensado volcar toda esta literatura de sus canciones de nuevo en un libro?

--Para escribir necesitas la chispa, la necesidad de hacerlo. Escribir un libro es un trabajo de chinos, si te obligaran a hacerlo sería un martirio.

-¿Cómo se siente el líder de una banda emblemática sin su grupo detrás? ¿Le está gustando la experiencia?

--Lo estoy disfrutando, pero no me lo tomo como el final de Extremoduro, solo está de descanso, nos volveremos a juntar y ya veremos qué hacemos.