Mariano Rajoy negó ayer ante la Audiencia Nacional conocer la existencia de una caja B en el PP y rechazó de manera rotunda haber recibido sobres en negro. «Jamás» en los 31 años que lleva en el comité ejecutivo del PP ha oído hablar de financiación irregular ni de donaciones en efectivo de empresarios a cambio de adjudicaciones de obras públicas. «Mi responsabilidad eran las políticas del PP, no la contabilidad», declaró en diversas ocasiones y con diferentes formulaciones. El presidente del Gobierno descargó cualquier responsabilidad sobre las cuentas en el tesorero que más años ha ocupado ese cargo, Álvaro Lapuerta (entre 1993 y 2008), y la responsabilidad política, en Esperanza Aguirre. Se da la circunstancia de que Lapuerta tiene 89 años y sufre demencia senil, motivo por el que no está sentado en el banquillo.

El jefe del Ejecutivo llegó a la sede que la Audiencia tiene en San Fernando de Henares, a 20 kilómetros de Madrid, a las 9.47 horas. Rajoy evitó que su paseíllo para declarar como testigo por el mayor escándalo de corrupción del PP quedara grabado para la posteridad y entró por el garaje. Era una de las prerrogativas que tuvo por ser quien es, pese a que acudía a declarar por su labor en el partido. Enseguida se comprobó que iba preparado, con las fechas y los temas estudiados, y tenía intención de contestar a todo aunque en algunos pasajes la memoria le flaqueó y soltó algunos «lo desconozco» o «no lo recuerdo». Pero antes de llegar a ese momento de lagunas fue dando respuestas en las que quedó claro que su estrategia consistía en escudarse en Lapuerta (como hace semanas hicieron otros altos cargos del PP ante ese tribunal) y también en Aguirre.

En este juicio se dirime la primera parte de la trama Gürtel (1999-2005), sobre las empresas de Francisco Correa, el cabecilla de la red, y su relación con dos campañas del PP en dos localidades gobernadas por los conservadores en 2003, Pozuelo y Majadahonda (Madrid). Es decir, no es el juicio de la caja B ni de los papeles de Bárcenas, pero estos dos temas salieron en el interrogatorio pese a que el presidente del tribunal, Ángel Hurtado, descartó varias preguntas por no considerarlas pertinentes por «alejarse del objeto de la causa».

El primer abogado que tomó la palabra, Mariano Benítez de Lugo, la acusación popular que pidió la citación de Rajoy, le planteó varias cuestiones sobre su labor en el partido y el testigo insistió desde el primer minuto en que no tenía ninguna responsabilidad sobre las cuentas. Su tarea, subrayó Rajoy, que entonces era vicesecretario general y dirigió varias campañas, era «política». Ante la insistencia de Benítez de Lugo, se defendió: «Hay una separación nítida y clara entre la parte política y económica». «De hecho -respondió después- los dos nombramientos que hace el comité ejecutivo cuando acaba un congreso son el secretario general y el tesorero». Y el tesorero en aquellos años era Lapuerta, no Bárcenas (que era el gerente y solo fue tesorero entre 2008 y 2009).

Después Rajoy intentó zafarse de la responsabilidad política de investigar la trama Gürtel. Hay un episodio clave: la reunión que en 2004 se celebró en el despacho de Rajoy con Lapuerta y Aguirre. El tesorero pidió ver al presidente con la lideresa (entonces enemiga número 1) para avisarles de que tenía sospechas de irregularidades en Arganda del Rey y Majadahonda, dos municipios clave para la red corrupta. Rajoy respondió que en ese instante reclamó a la entonces dirigente que gestionara el asunto. «A ella le competía como presidenta del partido en Madrid. Le pedí que se enterase de qué estaba ocurriendo y que tomara las decisiones oportunas», respondió. En otro momento añadió que no hizo «seguimiento» porque no tiene «tiempo» de ocuparse de todo.

ORDENÓ ROMPER CON CORREA

Durante el interrogatorio, Rajoy, que se mostró bastante suelto, incidió en la tesis conocida de que él, cuando llegó a la presidencia del PP, en 2004, ordenó romper con Correa después de que Lapuerta le advirtiera de que utilizaba el nombre del partido para hacer negocios. El líder de los populares dijo no recordar por qué motivos mandó cortar la relación aunque sí apuntó que Lapuerta le dijo que no había nada «ilegal». Tampoco supo explicar por qué, pese a esa orden, la trama organizó el congreso de Valencia de 2008. El político gallego incidió en varias ocasiones en la idea de que el presidente de un partido y más si está en el Gobierno no puede ocuparse de todo. Encontró tiempo, eso sí, de responder a los SMS que le envió Bárcenas en 2012, aquellos en los que escribió «sé fuerte» y «hacemos lo que podemos». ¿Qué es lo que hizo en concreto por el tesorero?, le preguntó un abogado. «Nada que pudiera afectar a ningún proceso», contestó.

Rajoy cree que pasó con nota el examen y decidió acudir apenas una hora después a un acto sobre violencia de género en la sede de su partido, donde fue recibido con aplausos. «Estoy contento de haber cumplido con mi obligación», dijo. No lo ve así la oposición, que considera que no despejó las «sombras» que se ciernen sobre su partido y que se seguirán juzgando en los próximos años.