El cambio climático está provocando que haya especies que adelanten su floración y que se estén viendo afectadas por la falta de lluvias, las temperaturas más altas de lo normal y la contaminación. Esta situación deriva en que los alérgicos están notando síntomas por la sensibilidad a pólenes no solo en primavera, sino prácticamente todo el año, indicaron tanto la coordinadora de la REA, Carmen Galán, como la jefa de Alergia del Reina Sofía, Carmen Moreno. «Esta situación se encuentra muy condicionada por el régimen de lluvias del otoño e invierno. Hace unos años cuando nos derivaban en otoño a las consultas de Alergia del Reina Sofía a pacientes con síntomas de alergia respiratoria normalmente se debía a que eran sensibles a los ácaros y ahora muchos lo son al polen de gramíneas», expuso Moreno. «Y es que las altas temperaturas que se vienen registrando en octubre, noviembre e incluso en diciembre en Córdoba y en general en la zona sur y mediterránea en los últimos años provocan que exista como una segunda primavera. Cuando llueve en otoño, que está siendo en poca cantidad total, y luego hace más calor del que es normal para esa época del año, crecen hierbas silvestres que a veces pasan desapercibidas porque no se ven y son las que causan síntomas parecidos a los del polen de gramíneas en primavera, aunque con menor virulencia», explicó Carmen Moreno.

«Los perjudicados por esta segunda primavera son, sobre todo, alérgicos a las gramíneas, que es el segundo polen que más afecta a la población cordobesa, a unos 70.000 cordobeses», resaltó la jefa de Alergia. Sobre estos efectos del cambio climático, Carmen Galán expuso que «encontramos que no existen en la actualidad periodos claros de lluvia y que hay días de primavera que parecen de invierno y jornadas de invierno tan cálidas como las de mayo. Todo esto repercute en las plantas y en los alérgicos». «Prácticamente todo el año hay alergias a pólenes (en invierno al ciprés, después en primavera viene la del plátano de sombra, más la del olivo y gramíneas -que son las más intensas en nuestro medio y las que más afectación causan- y en verano persisten las de gramíneas y plantago. Luego en otoño también se puede producir sensiblidad a la parietaria, que se encuentra en muros y lugares normalmente abandonados, y a la casuarina, que es un árbol ornamental que está plantado en algunos parques de Córdoba», añadió Galán.

Jessica Almeda, una joven de 27 años de Puente Genil, sufre precisamente síntomas tanto en primavera como en otoño porque es alérgica a las gramíneas, a la alternaria (hongo de la humedad) y a los ácaros. Su madre es alérgica también al polen de las gramíneas y su padre al látex. Almeda acaba de hacerse por primera vez las pruebas de alergia en el Reina Sofía, por lo que se encuentra aún pendiente de tratamiento. «Me notaba picor de garganta, escozor y enrojecimiento de los ojos y estornudaba. En la consulta de Alergia del Reina Sofía me hicieron una espirometría cuyo objetivo principal es medir el flujo de aire. Después me efectuaron un test cutáneo, aplicándome pequeñas cantidades de diferentes sustancias para comprobar a qué soy alérgica. Después de unos 15 o 20 minutos obtuve todos los resultados», señaló Jessica. «Los síntomas que me suelo notar se me agudizan más en Puente Genil, al estar más rodeada de campo, y desaparecen cuando viajo a la playa o a Córdoba. Por ello, tengo en cuenta todas las recomendaciones que realizan los especialistas para tratar de frenar los síntomas de la alergia, como no exponerme al aire libre a las horas de más polen, no viajar con las ventanillas del coche abiertas o evitar las salidas al campo», añadió esta joven.