De puertas afuera, Podemos no tiene respuestas. No hay porqué del batacazo electoral, ni autocrítica, ni errores, ni culpables, ni disenso. La versión oficial es que están conmocionados y van a encargar un análisis demoscópico que determine con criterio «científico» qué ha sucedido. ¿Fue la agresividad de Pablo Iglesias imposible de borrar de la memoria colectiva? ¿Fue la coalición con Izquierda Unida? ¿Fue una campaña átona? Y, sin embargo, de puertas adentro, la disputa ya está abierta y circula incendiada por los canales de comunicación del partido, donde pablistas y errejonistas sostienen un pulso por ver quién es el responsable.

Las heridas, cosidas precipitadamente para poder encarar el reto electoral, se han reabierto de nuevo y nadie sabe la gravedad de lo que pueda suceder el 9 de julio, cuando el consejo ciudadano estatal, máximo órgano de dirección, analice las causas del fracaso de la coalición el 26-J.

Mientras, la pugna interna ha comenzado. Lanzó el primer dardo envenenado el fundador, Juan Carlos Monedero, para ayudar a Iglesias y defender la alianza con Izquierda Unida.

BUSCAR CULPABLES

Ayer por la mañana, cuando los dirigentes todavía estaban asimilando el resultado electoral y había orden de no dar entrevistas hasta la comparecencia oficial, Monedero paseó por las radios y escribió en su blog que la culpa era de una campaña diseñada para restar agresividad a Iglesias. A su juicio, el problema no es el batacazo de la alianza con IU, sino el empeño del director de campaña, Íñigo Errejón, en tener al secretario general «enjaulado como un león».

Los errejonistas, indignados, responden. Nunca les gustó la alianza. Y en un canal de Telegram plantean que cuando la misma noche electoral Iglesias aseguró que la coalición con Alberto Garzón continuará, actuó de forma «precipitada». Creen que el matrimonio con IU es «un lastre» y que les ha dañado la identificación con una izquierda «caduca» a la que acusan de «egocentrismo».

«Es incomprensible que algunos se lancen como buitres oportunistas desde el minuto cero a intentar sacar rédito a la interna, como ha hecho Monedero», afirman. Ahora está por ver si esa disputa se eleva o no en plenas negociaciones de gobernabilidad en las que, asumen, ya no pueden llevar la iniciativa. Iglesias dice que su mano está tendida a Pedro Sánchez, pero que de un gobierno a tres con Ciudadanos ni hablar.

Con 1,2 millones de votos menos que en los comicios del 20-D, la disputa no es solo identitaria. Es estratégica.