El de ayer fue un pleno histórico en la Diputación. Era la primera vez que se debatía sobre el estado de la provincia. Y por ello, los portavoces iban preparados. Discursos casi medidos en el tiempo (que fue corto para todos) y temas en los que hacer hincapié. El PSOE, por partida doble. Por un lado, el presidente, que se guardó el anuncio de los 14 millones para el final de su intervención; y Ana Carrillo, que asumió el papel de acusación contra el Partido Popular, al que acusó de haber generado «probemas endémicos» en la institución, para apostillar algunos de los grandes logros del actual gobierno.

Por su parte, el PP mantuvo su papel crítico contra el «cogobierno», haciendo una lectura devastadora de su gestión y cuestionando las consecuciones pregonadas por el presidente.

Mientras, los tres grupos minoritarios intentaron hacerse notar en sus alocuciones. Así, desde IU, Francisco Sánchez, además de defender su labor al frente de las áreas que lleva su grupo, como Cultura, Igualdad o Caminos Rurales, arremetió contra la política neoliberal defendiendo los posicionamientos de su coalición en defensa de los municipios menores de 20.000 habitantes.

Desde Ganemos, la portavoz, Ángeles Aguilera, defendió que su grupo mantiene la misma actitud que en todo el mandato, que es la de una disposición «propositiva», y centró su discurso en reivindicar las propuestas habituales de su organización política, muy volcada hacia aspectos medioambientales y en el desarrollo sostenible. Aguilera defendió, asimismo, una política social algo más preventiva y no tan asistencial como la actual. En cuanto a la participación ciudadana, reclamó recuperar «espacios de participación reconocidos como podría ser el Consejo Provincial», del que dijo que está «dejado de la mano de Dios», y reivindicó que desde la Diputación se haga lo posible por posibilitar empleo de calidad.

Por su parte, José Luis Vilches, desde Ciudadanos, insistió en que su formación seguirá trabajando por el consenso y para que «no se busque la confrontación política». Además, defendió una gestión eficaz, asegurando que su labor es la de una «oposición constructiva», pero siempre buscando «el buen gobierno y la transparencia», el interés por las políticas sociales, el medio ambiente, las nuevas tecnologías y la creación de empleo.

Vilches planteó la creación de la figura del «defensor de los derechos de la próxima generación» y trabajar para avanzar poco a poco hacia una «economía circular».

Todo ello, con detalles que dieron un toque pintoresco al debate, como los elogios que se lanzaron Vilches y Aguilera y los de Lorite hacia Sánchez; o las pullas que se intercambiaron PP y PSOE a cuenta del mannequin challenge del pasado lunes, e Izquierda Unida y Ciudadanos sobre sus posicionamientos más o menos cercanos al liberalismo o el «estatismo», en una sala donde el ambiente no llegó a caldearse, sino más bien al contrario, hasta el punto de que la portavoz de Ganemos reclamó que se subiera «un gradito» la temperatura del aire acondicionado.