La provincia se acostó con la preocupación metida en el cuerpo. Ya se habían producido las primeras evacuaciones en la capital y la alerta se trasladaba a Palma del Río. Los palmeños y toda la cuenca del Genil y del Guadalquivir se despertaron pendientes del nivel de los ríos, alarmantemente altos, y preocupados por los posibles e inevitables desembalses de los pantanos.

A primera hora de la mañana, la alerta naranja --que finalmente se prolonga hasta hoy-- provoca la movilización de las administraciones. En el Ayuntamiento de Córdoba, el alcalde Andrés Ocaña se reúne a las 9. 30 horas con su equipo para activar el plan de emergencias. A medio día, vuelve a haber otra reunión. La delegada de la Junta en Córdoba, Isabel Ambrosio, hace las veces con sus delegados y dispone tres focos de atención en el mapa provincial: la capital, Palma del Río y Aguilar de la Frontera. En esta última localidad, los vecinos afectados por las inundaciones del mes de agosto temen sufrir un desastre similar al del verano.

El cielo dio ayer muy pocas treguas. Las tormentas, fortísimas en varios momentos de la mañana, anegaron zonas como el polígono de La Torrecilla, que volvió a inundarse a las 16 horas. El tráfico también se vio afectado en numerosos puntos de la red viaria, sobre todo en las rondas de salida y entrada a Córdoba. Hasta un total de 75 carreteras sufrieron cortes parciales o totales a lo largo de la jornada. Circular se convirtió en una auténtica prueba de destreza y, en ocasiones, de nervios. Atravesar la distancia entre el estadio de fútbol del Arcángel y la gasolinera de la salida a Sevilla costó ayer más de una hora a eso de las 6 de la tarde. Lo único positivo de la jornada es que no hubo que lamentar daños personales. Los materiales, sin embargo, serán cuantiosos. Hoy, Córdoba seguirá mirando al cielo y a sus ríos.