Una de las frases más repetidas de los últimos años, al valorar a los políticos españoles, es esa de que están ajenos a la realidad. Bien, puede que nuestros gobernantes, cuando toman sus decisiones, no tengan en cuenta al pueblo, pero desde aquí estamos en condiciones de asegurarles que no será porque los ciudadanos no les hagan saber lo que quieren. La gente ya no se corta, y le suelta a los políticos lo que le parece, vaya que sí. Aquellos paseos electorales de anteriores compañas, desarrollados entre sonrisas, elogios y besos a niños se acabaron. Bueno, sigue habiendo sonrisas, elogios y besos a niños, pero más le vale al político no relajarse, que en cualquier rincón le salta el descontento, y hay que estar preparado para ello.

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, demostró ayer que está en buena forma, visto que la campaña electoral que comenzó en diciembre del 2015 continúa seis meses después, y en este tiempo no ha perdido el contacto con la calle. Hacía ayer su tercera visita a Córdoba, después de participar el otoño pasado en Los Desayunos de Diario Córdoba y en invierno en un acto de partido. Lo recibieron los candidatos socialistas al 26-J (los mismos que concurrieron el pasado 20-D) y se lo llevaron a Cañero, barrio auténtico donde los haya, acompañados de la alcaldesa, Isabel Ambrosio, y del secretario de organización del PSOE y presidente de la Diputación, Antonio Ruiz. No pudieron asistir el secretario general del PSOE cordobés y presidente del Parlamento andaluz, Juan Pablo Durán, ni la secretaria del PSOE andaluz, Susana Díaz. Lo de Susana dio un poco igual, porque el presentador del acto se trastocó y nombró a Antonio Ruiz secretario general del PSOE-A, con lo que la plaza quedó cubierta.

Hubo acto político, y hubo paseo que luego remató Pedro Sánchez en la Feria, así que el día se lo trabajó a base de bien. Qué calor pasaría. En la plaza de Santa Emilia de Rodat visitó un bar -y entró en los aseos, demostrando que es tan humano como cualquiera, saludó a la gente por la calle, besó a todas las ciudadanas que se lo pidieron, se hizo fotos, acarició perros y hasta le dio una palmada a un mulo, y recibió las distintas reivindicaciones que le fueron presentando. Como la de un hombre con una camiseta en la que decía «No nos mató ETA y el PP nos está matando de hambre», que le explicó que había sido guardaespaldas en el País Vasco y cuando ETA dejó de matar les prometieron a él y a sus compañeros buscarles colocación, pero lleva cuatro años en paro.

Como les decía, los políticos escuchan mil historias cuando están en campaña, ya no son solo las sonrisas y los gestos amables, sino la desesperación que aflora en muchas personas. Y el tono deslenguado, a veces, que en este caso aplicaron algunos chiquillos del colegio público San Rafael, donde Sánchez saludó a escolares y padres de alumnos. Un par de chavales, lo obsequiaron con los consabidos «chorizos» y «ladrones» que llevan todos los políticos en el sueldo ganen o no las elecciones y gobiernen o no gobiernen. Otra hubo que le dijo «Viva Podemos», y alguna otra pequeña inconveniencia que se colaba en un ambiente por otra parte nada hostil y sí muy receptivo. Por otra parte, le dijeron «guapo» no menos de 150 veces. A Isabel Ambrosio también se lo dijeron, aunque no los trabajadores de Cosmos, que se desplazaron para informar al candidato socialista del problema que tienen. Sánchez estaba informado sobre la aspiración del gobierno local de que, con el tiempo, la cementera se traslade fuera del casco urbano, y les expresó su convicción de que la mesa de diálogo llegará a acuerdos satisfactorios. Qué va a decir, el hombre.