Aurora y Carmen son mujeres, madres y ambas presentan una discapacidad, la primera de tipo orgánica y la segunda, física. Con motivo hoy del Día de la Mujer, estas dos trabajadoras quieren resaltar lo que algunas entidades, como es el caso concreto de Fepamic, han conseguido para que en las últimas décadas haya mujeres con discapacidad que puedan trabajar y compaginar su empleo con la posibilidad de tener hijos, una familia, un ocio, como cualquier fémina sin diversidad funcional. A pesar de los avances, estas dos mujeres coinciden en que «queda mucho por hacer todavía para conseguir que en el ámbito laboral haya igualdad y, más si cabe, cuando la mujer presenta alguna discapacidad».

Según datos del Servicio Andaluz de Empleo, en febrero se hicieron en Córdoba 44.383 contratos (28.912 a hombres y 15.471 a mujeres). De esos 44.383 empleos, 476 fueron para personas con discapacidad (325 a hombres y 151 a mujeres), lo que equivale a que solo un 1% de esos empleos benefició a este sector de población. En cuanto a población parada, en Córdoba había en febrero 1.988 personas con discapacidad en situación de desempleo, de las que 957 eran mujeres. Esto supone que solo un 2% de las féminas desempleadas (de un total de 45.394 mujeres paradas en la provincia) presenta alguna discapacidad. Fepamic apunta que el porcentaje de población discapacitada (tanto hombres como mujeres) en paro es mucho mayor a ese 2%, pero existe un elevado número de personas que no tienen reconocida una diversidad funcional y otras que no están inscritas como demandantes de empleo. De las 957 mujeres con discapacidad registradas en el SAE como paradas, 547 (57% del total) tienen 45 o más años, edad en la que hay más mujeres que acumulan cargas familiares (hijos, nietos, padres) y a partir de la cual se hace más difícil hallar empleo.

Aurora Navarro tiene 36 años y una hija de 18 meses. Es la tesorera de Fepamic, federación en la que se encarga de las compras, y presidenta de la Asociación Cordobesa de Enfermedad Inflamatoria Intestinal (Aceii), pues ella sufre una colitis ulcerosa, patología que cursa con brotes y que a veces requiere periodos de hospitalización. «Estudié Administración y Dirección de Empresas en ETEA (ahora Loyola). Antes de trabajar en Fepamic lo hice en otros sitios donde me llegaban a contar los minutos que iba al baño debido a mi enfermedad. Cuando la discapacidad que sufres no se puede ver parece que no existe. Administraciones y empresas tienen que entender que las mujeres, además de tener derecho a trabajar y dirigir, son muchas veces también madres y tienen derecho a los permisos de maternidad y de lactancia; en la mayoría de los casos asumen la organización familiar y a veces hasta enferman. Por eso, deben fomentarse leyes para conciliar la vida laboral y familiar, con horarios especiales para personas que presentan discapacidad o que tengan hijos o personas a su cargo, con diversidad funcional o dependencia», reclama.

Carmen Lozano, de 47 años, también trabaja en Fepamic, en su caso como coordinadora en la residencia. Carmen tuvo un accidente laboral cuando trabajaba como limpiadora en el hospital Reina Sofía y desde entonces no puede girar la muñeca derecha. Carmen, que es madre de 2 hijos y también abuela, tuvo que aprender, siendo diestra, a usar de nuevo la mano derecha, contando con este problema. «Pensé que nunca volvería a encontrar un empleo porque estuve 2 años que no podía ni peinarme. Pero en el 2010 empecé como cuidadora en Fepamic. Me dieron una oportunidad y hago cursos para estar lo mejor formada posible. He tenido mucha suerte porque mi empleo me gusta y además, en los tiempos que corren, mis 2 hijos están trabajando», resalta.