Tras un 2016 atípico por la falta de Gobierno, llega un 2017 también peculiar, aunque por otra razón: después de cuatro años pasando el rodillo, el Ejecutivo del PP se verá obligado a pactar. Mariano Rajoy ya no podrá seguir gobernando de espaldas al poder legislativo. Será el año del Congreso de los Diputados.

Los partidos de la oposición podrán forzar al Ejecutivo a aprobar medidas apoyadas por la mayoría y también a laminar las leyes más polémicas de la anterior legislatura. Los españoles dejaron claro, por dos veces, que quieren que se negocie, que se pacte. Hasta dónde llegará ese diálogo será otra de las incógnitas que se desvelará este año. En las primeras semanas de Gobierno, el PP y varios partidos de la oposición se pusieron de acuerdo en reformar el sistema de pensiones públicas y en llegar a un nuevo pacto de educación que tenga el apoyo suficiente como para salvaguardarlo de modificaciones a corto y medio plazo. También se acordó la subida del salario mínimo interprofesional y el nuevo mecanismo de financiación del bono social de electricidad.

Retos pendientes

Pero, sin olvidar los presupuestos del 2017, que aún no se han aprobado, hay muchas reformas pendientes. Además de la laboral, la fiscal y la de la financiación autonómica, por citar tres, hay una que demostrará si los principales partidos -PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos- han comprendido que deben tener altura de miras y elevarse sobre sus propios intereses: la reforma de la Constitución. En la Cámara baja hay una mayoría que apoya la creación de una subcomisión de estudio en el seno de la Comisión Constitucional. Según a quién se pregunte, modificar la Carta Magna puede servir para mejorar el encaje territorial de Cataluña. Rajoy, sin embargo, no está entre ellos. El presidente cree que no solucionaría el desafío soberanista. Porque ese será otro de los grandes dosieres que el líder del PP tendrá sobre la mesa en un año en el que los independentistas están decididos a convocar un referéndum.

Todos estos retos se deberán encarar mientras esos cuatro grandes partidos viven sus propios procesos congresuales. Algunos se sabe cómo acabarán, salvo sorpresas mayúsculas, es el caso de Ciudadanos y el PP.

Albert Rivera asentará su liderazgo en Ciudadanos después de haberlo convertido en poco más de dos años en un partido de ámbito español. El político catalán tiene una prioridad en el 2017: evitar el riesgo de desdibujar el perfil de su formación frente a las potentes siglas del PP. Sus volantazos estratégicos en los últimos meses (dio el sí a Rajoy después de negarle más de tres veces) le han pasado factura y deberá saber encontrarse a sí mismo en la composición del Congreso. El PP no suma con ellos para sacar adelante las iniciativas y seguirá buscando al PSOE para las principales medidas.

Por su parte, Rajoy renovará el cargo interno en un PP que analizará con la lupa de la sucesión cualquier decisión. La principal incógnita será ver si el dirigente gallego se presenta a la reelección como máximo representante de los populares con María Dolores de Cospedal (también ministra de Defensa) como secretaria general.

Más impredecibles serán los cónclaves de Podemos y el PSOE. La formación morada vive prácticamente una guerra civil después de que en septiembre Íñigo Errejón y Pablo Iglesias empezaran a airear sus desavenencias. No se ponen de acuerdo en la estrategia a seguir para continuar creciendo ni tampoco en cómo es mejor organizar a un partido con confluencias y distintas sensibilidades.

En las próximas semanas, Iglesias tiene en sus manos decidir si se blinda pese a todo (incluidas las consecuencias para Podemos como organización) o si acepta debatir cómo lograr que en su partido haya la opción de dirimir las diferencias sin tratar a los críticos de golpistas.

El PSOE, en reconstrucción

El PSOE, después de la implosión de octubre, tiene un primer comité federal el 14 de enero en el que se aclarará el calendario del primer semestre, que deberá acabar con un congreso y la elección de un nuevo secretario general. ¿Dará el paso Susana Díaz después de tantos amagos? ¿Se presentará Pedro Sánchez? ¿Habrá un candidato de consenso? Muchos interrogantes para un partido que debe recomponerse y plantear una nueva estrategia para frenar el avance de Podemos y lograr acortar la distancia con el PP en las próximas citas electorales. Por suerte para ellos (y para los ciudadanos), no hay convocatorias previstas este año.