En Las Margaritas, donde vive Jesús Moreno y su familia, no se creen todavía lo ocurrido. El lunes mismo, pocas horas antes de que desapareciera en las aguas del río Guadalquivir, muchos se lo cruzaron por el barrio. "Estuvo aquí al mediodía y bromeamos como siempre, de colegas. Cuando me he enterado se me ha cortado el cuerpo", confesó ayer en una tienda familiar Francisco Sánchez, un joven de 17 años que fue compañero de colegio de Jesús.

"Es una buenísima persona. Preguntes donde preguntes nadie te dirá nada malo de él. Un chaval muy alegre, muy activo --según lo definió--, y que se apuntaba a cualquier fiesta, ya fuera la cabalgata o el carnaval". Eso sí, un chaval que "no estaba acostumbrado a bañarse en el río", aseguraba Sánchez, que alternaba el tiempo pasado con el presente para referirse a su amigo sin saber bien qué ha sido de él. "Iba a lo que llamamos el pantano y al Lago Azul, pero no al río y quizás no lo conocía, aunque es alto, fuerte y nada bien", añadió.

"Estuvo aquí antes de irse --insistió en recordar-- y me dijo que iba a darse una vuelta por aquello sitios (del río), pero... Me he quedado pillado; solo me ha faltado llorar", confesó. "Jesús estaba trabajando, haciendo unos cursillos de jardinería... Buenísima persona... Todo el día con su novia...". Por cierto, que en el barrio se insistía ayer en que su novia era una de las personas que estaba junto a él en el río y que intentó rescatarlo sin suerte. Juan Luis Martín, otro vecino, relató que en Las Margaritas "se habla de que la novia llegó a echarle un palo para que se agarrara, pero se partió y el río se lo tragó".

Mientras, los padres y los familiares más allegados esperaban noticias junto al embarcadero próximo al Jardín Botánico. Allí, un equipo de la Cruz Roja les prestaba apoyo. Francisco Díez, responsable de Intervención y emergencias de Cruz Roja, explicó que, como en casos similares, el cuadro que presentaban era "de inquietud y nerviosismo", de "preguntarse qué pasa y qué ha ocurrido".

En esta situación, el papel del psicólogo y los voluntarios de acompañamiento desplazados al lugar consiste en proporcionarles "unos primeros auxilios psicológicos" y darle "la información de la que contamos, para que sientan que el operativo está en marcha y se sientan respaldados, para que sean conscientes de la realidad e intentar minimizar el dolor lo más posible". Lo peor es la espera, la ausencia de noticias mientras llega el desenlace. Y por ahora sigue sin conocerse qué ha ocurrido con Jesús.