«Tenemos que reconquistar la calle», proclamó ayer Gobal, un artista cordobés experto en trasladar a la vía pública su creatividad, que ayer se encargó de dirigir la orquesta de niños que llenó de color la avenida Ronda de Isasa. Y como el movimiento y en este caso, la movilidad, se demuestra andando, armados con pinceles y latas de colores, los pequeños se entregaron a ese sueño prohibido de pintar el suelo. Y no solo colorearon los bolardos de la avenida sino que señalaron con colores la infinidad de chicles pegados al suelo para llamar la atención sobre esa práctica incívica y crear una suerte de juego callejero color a color. Margarita Merino ha sido la artista a la que el Ayuntamiento le ha encomendado el proyecto, que también mantuvo entretenidos a los adultos, que mascarilla en boca, emplearon pintura blanca industrial para dibujar peatones imaginarios que deberían ocupar el espacio que ahora está en manos de los coches. «Me parece maravilloso que este espacio sea peatonal, los peatones tenemos que ganar terreno a los coches, si no qué será de nosotros», comentó Merino.

Al mismo tiempo que unos se entretenían pintando, otros daban saltos mortales sobre una o dos ruedas en otra de las actividades lúdicofestivas organizadas para la ocasión. Los más tranquilos se sumaron al Parking Day que, además de proponer a los visitantes juegos de mesa y un espacio a pie de calle donde sentarse a charlar o a comer algo, sugería a los viandantes más mayores que recordaran al resto los usos antiguos de esta calzada, los juegos que antaño se realizaban en la calle o sus sugerencias para recuperar para la ciudadanía calles como la que ayer se cortó al tráfico. Mientras los bares aprovechaban el tirón de visitantes y la curiosidad de los turistas para hacer un poco de negocio, en la librería El Laberinto, un oasis de paz entre tanto negocio hostelero, se reflexionaba sobre la habitabilidad de las ciudades. «Córdoba no se merece tener tanto coche circulando por todas partes, algo que muchas ciudades europeas y españolas han resuelto ya», comentaba Daniel Rodríguez, natural de Salamanca, que al llegar a Córdoba se sorprendió de lo reacios que son sus habitantes a los cambios. «El problema es que los munícipes quieren agradar a todo el mundo para no perder votos y eso no es viable».