Durante los peores años de la crisis el número de enfermeros que solicitaron un certificado de idoneidad profesional, documento que expiden los colegios de enfermería, entre ellos el de Córdoba, para aquellos profesionales que deciden marcharse al extranjero fundamentalmente por trabajo, ascendió a 87 en la provincia cordobesa en el 2014. Mientras que en el 2015 fueron 122 y 182 en el 2016. Pero ya el año pasado la cifra cayó a solo ocho solicitudes.

El presidente del sindicato de enfermería Satse, Manuel Cascos, explica que esta situación se debe a que, aunque la oferta para que enfermeros trabajen en el extranjero no deja de crecer, muchos profesionales han optado por no irse a ejercer fuera «porque la experiencia luego no es tan positiva como podían imaginar, con sueldos más bajos que la formación de excelencia que se recibe en nuestro país y porque les obligan a realizar funciones de menor rango que las correspondientes a su titulación». Un estudio de Satse recoge que de dos de cada tres enfermeros que se van a trabajar al extranjero regresan a España y no se vuelven a marchar más.

El Colegio de Enfermería de Córdoba apunta que, según el Intituto Nacional de Estadística (INE), en el 2017 había en la provincia cordobesa 4.728 enfermeros -919 hombres (19%) y 2.809 mujeres (81%)-. Por su parte, los datos del Servicio Andaluz de Salud (SAS) reflejan que a diciembre del 2017 estaban trabajando en Córdoba 2.436 enfermeros, el 60% del total de no jubilados.

Atendiendo a la información del INE, a lo largo de los próximos diez años se encontrarán en edad de jubilación unos 1.073 enfermeros cordobeses, el 26,6% de profesionales en activo, mientras que en la próxima década se habrán graduado alrededor de 1.200 enfermeros, unos 120 por año. «Con estos datos, podríamos decir que Córdoba podría asegurarse la reposición de enfermeros por motivo de jubilación durante la próxima década, ya que en estos momentos la tasa de paro se sitúa en el 4%, aunque lo deseable es que fuera de menos del 2%, porcentaje suficiente para cubrir suplencias y bajas laborales», explica el presidente del Consejo General de Enfermería, Florentino Pérez Raya.

La situación

Sin embargo, Satse demanda a las administraciones sanitarias públicas que repongan los cientos de puestos de enfermeras perdidos durante la crisis, que en el caso de Córdoba superan los 300, 150 solo en el Reina Sofía. «Los graduados en Enfermería más jóvenes al principio solo acceden en el sector público a contratos de dos meses en verano, ya que el resto del año la administración sanitaria no cubre las sustituciones. Por otro lado, en los últimos tiempos ha crecido el empleo en el ámbito privado en Córdoba», destaca Cascos.

«En el SAS trabaja cerca del 50% de la población enfermera cordobesa y otros 1.487 profesionales ejercen en otros centros que no son del SAS (36,4% de los enfermeros en activo)», añade el presidente del Consejo General de Enfermería. Esa falta de oportunidad laboral tras graduarse es la que sufrió la enfermera cordobesa Ana Isabel Alba, de 32 años. Acabó Enfermería en la Universidad de Córdoba en el 2011 y no encontraba trabajo porque siempre le pedían experiencia mínima de un año, pero no podía aportar nada, ya que acababa de terminar los estudios. Además había obtenido el título de técnico de radiodiagnóstico antes de hacer Enfermería. «Ni en Córdoba ni en Andalucía me salía nada, así que meses después me avisaron de Madrid, donde en el 2012 encontré trabajo en el hospital Moncloa de Asisa y desde allí me surgió la oportunidad de ejercer en un hospital privado de esta aseguradora en Guinea Ecuatorial y he estado allí trabajando tres años, desde el 2015 hasta el pasado mes de abril», cuenta Ana Isabel.

Guinea Ecuatorial

Actualmente esta enfermera cordobesa ha conseguido a través de la bolsa de empleo del Servicio Andaluz de Salud un primer contrato de algo más de dos meses, en un centro de salud de Huércal-Overa (Almería) para cubrir las vacaciones de verano.

«Me fui a Guinea a vivir una experiencia diferente, porque no tengo por ahora hipoteca ni hijos, pero he vuelto porque me apetece ya quedarme en Andalucía para estar cerca de mi familia y labrarme un presente y un futuro aquí. En Guinea el nivel asistencial es muy inferior al de nuestro entorno, los niños no están vacunados, carecen de medios sanitarios básicos, aún se cree en la curandería y en Bata, la ciudad donde yo trabajaba, de tres hospitales que hay, solo uno era público», señala.

«En Huércal-Overa hay días que realizamos guardias y empezamos a las 8 de la mañana y acabamos a las diez de la noche, pues apoyamos al 061. Espero acceder a contratos cada vez más largos y seguir trabajando en la sanidad pública, que es donde estimo existen mejores condiciones», recalca esta enfermera.