Los fármacos que suelen generar más sensibilidad son los antibióticos (penicilina y derivados) y los antiinflamatorios, como el ibuprofeno o el metamizol. La forma en que los pacientes expresan dicha reacción alérgica suelen ser de tipo cutáneo (urticarias, rojeces, picores y ronchas generalizadas por todo el cuerpo), aunque también se pueden producir vómitos o náuseas. También es frecuente la hinchazón de partes más blandas del cuerpo (labios, párpados, orejas o testículos). En algunos casos, los síntomas son respiratorios (rinitis, moqueo o picor en la nariz). Si el cuadro es más grave, puede verse acompañado de asma y puede derivar en una anafilaxia potencialmente mortal. La doctora Moreno precisa que «las alergias a medicamentos no se heredan, de forma que si un padre o una madre tiene alergia a la penicilina su descendencia no tiene por qué presentar este problema. El riesgo de que el hijo de un paciente alérgico a un fármaco lo sea también es el mismo que para la población que no se ha visto afectada por esta situación. Una de las claves para tratar de evitar una reacción alérgica es no automedicarse y conservar la información de los fármacos que se van a tomar en cada momento, para que en caso de reacción los médicos puedan actuar con rapidez, ya que la situación es muy difícil de manejar cuando se desconoce qué clase de pastillas ha tomado el paciente, algo que por desgracia es muy común entre las personas mayores». El hospital Reina Sofía desensibiliza a pacientes con patología tumoral que se han hecho alérgicos a fármacos quimioterápicos que deben recibir para tratar su enfermedad. Esta intervención alergológica se lleva a cabo en el hospital de día de alergia del Reina Sofía (ubicado en el Hospital Provincial) y posibilita que los pacientes puedan continuar con sus sesiones.