Coger la maleta y empezar de cero en otro país. Esa es la puerta por la que han tenido que salir de sus casas con el objetivo de entrar al mercado laboral miles de cordobeses, la mayoría jóvenes muy preparados que después de años de estudios ven frustradas sus expectativas y se ven obligados a buscarse la vida fuera de España. 18.281 cordobeses están empadronados actualmente en el extranjero, según datos del Instituto Nacional de Estadística, una cifra que no ha dejado de crecer desde que empezó la crisis y que, sin embargo, no refleja el volumen exacto de población emigrante.

Y es que, según Sebastian Rinken, investigador titular del IESA y ex director del Observatorio Andaluz de Migraciones, "no existen datos fiables, ya que muchas de las personas que salen pasan mucho tiempo fuera sin empadronarse, por lo que no aparecen registradas en tales estadísticas". De hecho, el último informe del INE sobre flujos migratorios indica que una media de mil cordobeses emigran cada año desde que empezó la crisis, registrándose un repunte a partir del 2012, con 2.070 salidas. En el primer semestre de este año ya se han marchado 814. Ese efecto retardado tiene sentido para Rinken. "Uno no lee una mala noticia económica y se va, pasa un tiempo hasta que los recursos se agotan y se toma la decisión, de ahí que los saldos negativos de población se hayan registrado pasados unos años de crisis". Además, no todos los que se van acaban por instalarse, si bien muchos de los que ya están fuera no tienen previsto volver.

La falta de trabajo, el principal argumento esgrimido para emigrar, no siempre es razón suficiente para irse al extranjero, "especialmente cuando existen hijos", explica este investigador, que señala cómo encontrar empleo fuera exige cierta preparación. "Normalmente son los más preparados quienes logran estabilizarse, los que tienen formación y cierto nivel de idiomas", añade. En cualquier caso, para este investigador, "a día de hoy no se puede hablar de éxodo masivo", si bien "desde el 2008, la tendencia se ha invertido y se registran más salidas que entradas". Esta situación implica un riesgo importante, en su opinión, "perdemos capital humano que al instalarse fuera cada vez es más difícil que vuelva".

Si salir de la península se hace cuesta arriba, la alternativa consiste en emigrar a otras provincias. De hecho, el flujo migratorio entre provincias, según datos del INE, es siete veces superior al establecido con otros países. Cada año, unos 7.500 cordobeses salen de Córdoba en dirección a otros puntos de España y cada vez son más los que deciden quedarse. 2.407 lo hicieron en 2013 y 898 en el primer semestre de este año. Las provincias que reciben más cordobeses son Málaga, Madrid, Sevilla o Barcelona, ciudades donde las oportunidades laborales son mayores.

Las estadísticas del primer semestre del año reflejan que, del total de cordobeses que hacen la maleta para emigrar al extranjero, son los hombres quienes lo hacen mayoritariamente, un 57,8% del total. Sin embargo, la proporción entre géneros tiende a igualarse, ya que cada vez más mujeres cordobesas ponen rumbo a otros países buscando un futuro. En el 2013, el 59% de los que emigraban eran hombres frente a un 41% de mujeres, mientras que en el 2009 el porcentaje de mujeres que daban el paso hacia el extranjero suponía apenas un 38% del total.