El catalán David Armengou y la argentina Marcela Miret son dos fotógrafos, que no son fotoperiodistas, pero que quieren abrirse camino, bueno, que ya se lo han abierto, en el difícil mundo de la fotografía en una época tan dura como la del móvil y las redes sociales, donde la fotografía de antaño, o lo que se consideraba fotografía, se ha convertido en la profesión de todo el mundo. Todo el mundo es fotógrafo en el siglo XXI. David y Marcela trabajan juntos y firman sus trabajos con el sello de David Armengou, indiferentemente de quien haga la foto. Es más, la imagen que fue escogida por la inmensa mayoría de periódicos y medios de comunicación de todo el mundo, no solo Diario CÓRDOBA y otras cabeceras del grupo Zeta, como El Periódico de Cataluña, sobre el atentado en la Rambla de Barcelona es obra de Marcela pero, como siempre, la firmaron David Armengou.

CERCA DEL CAOS Y EL HORROR POR CASUALIDAD

Y fue una imagen, una instantánea, escogida con sumo mimo, con delicadeza, con dolor y estremecimiento entre varias decenas de imágenes grabadas en las tarjetas digitales de las cámaras de David y Marcela, que acudieron a la Rambla desde un hotel muy próximo, en la calle de Pintor Fortuny, donde se encontraban realizando unas pruebas. Ni siquiera era un trabajo, se trataba de un experimento para futuros trabajos alrededor de la vida en los hoteles, su interiorismo, su gastronomía, su arquitectura, su imagen.

David, cuya primera y única profesión es la de metalista, orfebre del acero inoxidable, pues la fotografía es su pasión, su amor, su devoción, ¡ojalá su futuro!, la herencia de su padre, de cuando revelaban juntos los carreteras de Plus-X de Kodak de blanco y negro en su casa, asegura: "No sé salir de casa sin cámara, vaya donde vaya y haga lo que haga, nunca la dejo en casa". Pero ese día horroroso, David y Marcela acudieron a ese hotel a perfeccionar sus ideas para futuros reportajes, pues a ambos les encanta la fotografía arquitectónica, la geometría y los dos colaboran en diversas publicaciones y webs.

METALISTA DE PROFESIÓN, FOTÓGRAFO POR PASIÓN

"La fotografía es mi pasión desde niño y llevo ya varios años intentando abrirme camino en esta difícil pero cautivadora profesión, peleando mucho y, finalmente, creo que voy a dejar mi trabajo para dedicarme enteramente a la imagen”, reconoce David, que nada más oír el griterío, el dolor, el caos que se había producido en la Rambla y ver a la gente huir a la carrera por las calles que desembocan en la Rambla, entre ellas la de Pintor Fortuny donde se encontraban ellos, acudió con Marcela al lugar del horror, del caos, de la desesperación.

“Lo que nos encontramos allí fue tremendo, estremecedor, indescriptible. Estaban ya los primeros guardias urbanos y policías atendiendo a los heridos y también, sí, los primeros sanitarios, pero pocos. Lo que sí había era mucha gente intentando ejercer de médicos, salvando vidas. Y nosotros, fotógrafos, allí en medio, viendo aquel dolor ante nuestros ojos. Pero teníamos que hacer nuestro trabajo y nadie sabe lo duro que fue, fue durísimo”, explica David, que lleva dos noches sin dormir, por lo que vio, por lo que grabó en su tarjeta digital y se ha negado a ver todavía, y por las imágenes que recuerda haber plasmado en su cámara y que, de inmediato, borró por duras, porque no las quería tener o, simplemente, porque la madre que tenía en sus brazos a su hijo, junto al cuerpo herido de su esposo, posiblemente ya fallecido, le pidió que las borrara. Y David las borró de inmediato, como tantas otras.

David Armengou, que ha corrido peligro, mucho peligro, que se ha jugado la vida en determinados momentos trabajando gratuitamente para muchos, colabora asiduamente con la Fundación Vicente Ferrer (de quien recibió una oferta para trabajar en firme) y un montón de oenegés desde hace años. David cree que retendrá durante toda su vida, no lo que fotografió y no ha querido ver ni utilizar, sino la manera en que accedieron, en medio del caos, de las carreras y la desesperación al centro de la Rambla.

UNA IMAGEN LO MENOS HIRIENTE POSIBLE

Ya no piensa en la exposición que le están preparando entre Madrid, Barcelona y Córdoba. Ya no piensa en aquel primer empujón, importante, fundamental, que la Fundación Antonio Gaudí le dio al ofrecerle trabajar para ellos al ver sus fotos en Instagram, solo piensa en que él y Marcela, Marcela y él, han tratado de plasmar “con respeto, sin herir, con una imagen amplia, abierta, un plano general, no detallista, ni morboso, o eso creemos nosotros y respetamos todas las opiniones, lo que fue, lo que es, la tragedia que hemos vivido en la Rambla”. David y Marcela piensa que hicieron su trabajo de la manera más decente y menos hiriente que supieron, respetando como respetan la opinión de todo el mundo sobre su trabajo.

David y Marcela tardaron mucho tiempo en decidir qué hacían con sus imágenes e, insisto, ni siquiera han querido verlas todas. Ni han querido, ni se han atrevido. Ni las verán. Pero sí consideraron que, de la misma manera que todos los presentes hacían su trabajo, ellos, fotógrafos, debían hacer el suyo. David y Marcela creen que su manera de contar lo que allí ocurrió es con la imagen y que, de la misma manera que de haber estado allí un reportero, un escritor, un ‘pluma’, hubiese tratado de plasmar aquel desastre, aquel horror, aquel dolor, eso sí con el mayor tacto posible, pero en un texto, sin duda, desgarrador, estremecedor, ellos en ningún momento se centraron en el morbo, pese a que sus tarjetas digitales lo registran. Por eso David y Marcela ofrecieron a la agencia EFE, la más generalista de todas, una imagen abierta, un plano general, en el que se describe, tal y como ha sido reconocido por la inmensa mayoría de editores gráficos, no solo de España sino del mundo entero, lo que ocurrió en la Rambla.