Las familias que tienen algún miembro con enfermedad celiaca asumen un importante coste económico, que incluso triplica el desembolso que se necesita para alimentar a diario a un niño o adulto sin esta patología. Cualquier producto de consumo habitual, como pueda ser un paquete de macarrones, vale más del doble que uno que no tiene gluten.

La presidenta de la Asociación de Celiacos de Córdoba (Aceco), Mamen Holanda, cuenta que ella y su marido, Jesús Martínez, tienen dos hijos, Jesús, de 10 años, que es celiaco, y Rafael, de 8 años. «A Jesús le diagnosticaron esta enfermedad con casi 4 años. En julio del año 2009 padeció una diarrea muy grande, a pesar de que siempre había sido muy estreñido. Pasaba unas noches muy malas. En diciembre de ese año nos confirmaron en el hospital Reina Sofía que era celiaco y empezó a comer todo sin gluten». «Al principio usábamos una freidora para la comida de Jesús y otra para nosotros tres, pero ya comemos todos lo mismo. Hago flamenquines y croquetas y el pan rallado que uso es sin gluten. Toda la familia comemos sin gluten. excepto el pan, que compramos con gluten, y alguna repostería para mi otro hijo, pues Jesús tiene su propio pan», señala Mamen Holanda.

«Me ha costado mucho trabajo cogerle el truco a preparar postres caseros sin gluten, ya que la elasticidad y la consistencia de la harina sin gluten no es la misma, pero al final lo he conseguido. Es lamentable la cantidad de colorantes y edulcorantes que le añaden a la comida manufacturada sin gluten. Será comida sin gluten, pero contiene a lo mejor grasas negativas como la de palma. Por eso, trato de que mi hijo tome la mayor cantidad de artículos posible de productos sin gluten de elaboración casera, pero esto implica un sobreesfuerzo de tiempo y dinero», resalta la presidenta de esta asociación.

«Otro tema que vigilamos mucho es que nuestro hijo no coma nada con gluten, sobre todo en cumpleaños o si comemos fuera de casa. En Córdoba se venden helados sin gluten, pero no el barquillo ni la galleta. Es una discriminación. Nos gustaría que hubiera mayor oferta de restaurantes y bares que ofrezcan tanto en Córdoba como en Andalucía la posibilidad de comer sin gluten. En la Feria no hay caseta alguna adaptada para los celiacos, tampoco en muchas otras celebraciones propias de Córdoba, como la Cata del Vino, así que nos llevamos el tupper. No nos queda otro remedio», añade esta madre.

En este sentido, «nos planteamos pedir al Ayuntamiento poder montar un año una caseta propia en Feria. Queremos ser visibles. Que las administraciones nos concedan a las familias ayudas económicas para sobrellevar el mayor gasto que implica comprar productos sin gluten y que la sanidad pública andaluza no recorte en las pruebas diagnósticas, como pueda ser la biopsia», remarcan Mamen Holanda y Emilio Naranjo, también integrante de Aceco.

A día de hoy se han producido algunos avances destinados a la población celiaca, como la aprobación de la normativa que obliga a los negocios de hostelería a indicar qué platos incluyen alergenos o el mayor número de productos sin gluten que venden los supermercados. Sin embargo, las distintas peticiones que la Federación Española de Asociaciones de Celiacos (FACE) ha hecho al Defensor del Pueblo para que intermediara con el Gobierno central y las administraciones autonómicas para que los Gobiernos nacional u autonómicos aprueben ayudas económicas a las familias de personas celiacas por ahora han caído en saco roto. Y tampoco se ha elaborado un censo de la población celiaca en España.