Pilar Poyato es cordobesa, tiene 50 años, cuatro hijos, tres nietos y decidió volver a su ciudad natal cuando se divorció para empezar una nueva vida. «Me casé con 18 años y me fui a un pueblo de Jaén, pero cuando nos separamos, con mis hijos ya mayores, quise poner tierra de por medio y me vine aquí». Sin padres y sin empleo, una hermana la acogió en su casa hasta que logró ingresos suficientes para pagar una habitación en un piso compartido con otras mujeres. «Fui a Cruz Roja porque una amiga me dijo que hacían cursos de formación y yo quería encontrar trabajo», explica. «He hecho de todo, informática, talleres de búsqueda de empleo, de autoestima, me he sacado el carnet de carretilla... y de carnicería». Este último curso fue el que le abrió la puerta al mercado laboral de la mano de Javier González, gerente de Alimentación San Francisco, primero su profesor y ahora su jefe.

Según Pilar Poyato, a ella siempre le gustó el oficio de carnicero y cuando se enteró de que iban a dar un curso no dudó en apuntarse. «En ese momento, tenía la ayuda para mayores de 45 años y con el poquito dinero que me traje pude ir tirando y dando clases hasta que me contrataron».

Según Javier, Cruz Roja les ofreció colaborar con la entidad dando cursos y hasta el momento ya han formado a 25 personas. «Lo más importante es la actitud y las ganas de aprender».