Precedido por un emotivo recuerdo al desaparecido Paco de Lucía, el espectacular taconeo, arqueo y braceo de Sara Baras abrió en la plaza de Las Tendillas la noche que Córdoba dedica cada año, desde hace siete, al flamenco, un género que, con siglos de tradición, se mostró anoche en sus múltiples vertientes a través de diez espectáculos que tuvieron como protagonistas a figuras de primer nivel, con los que la Noche Blanca del Flamenco ha querido rendir homenaje al desaparecido guitarrista de Algeciras, a quiEn se ha dedicado esta edición, en la que unos 200 artistas se desplegaron por algunos de los rincones más significativos de Córdoba, fusionándose, una vez más, el paisaje histórico con el sonoro.

Tras la aclamada actuación de la bailaora gaditana, a la que acudió el alcalde, José Antonio Nieto, la calle Claudio Marcelo fue testigo del paso de miles de personas, muchas de ellas llegadas de fuera de Córdoba atraídas por el cartel, que se dirigían a una ya casi abarrotada plaza de La Corredera, que esperaba la salida de José Mercé en torno a la una de la madrugada. Mientras esto sucedía en el corazón de la ciudad, en el Alcázar Viejo se sentía la huella de Paco de Lucía, a quien, a la luz de las velas, un grupo de artistas quiso rendir un emotivo homenaje Made in Córdoba dirigido por el bailaor Daniel Navarro. Casi a la misma hora, en el Compás de San Francisco, Arcángel fusionaba su emblemática voz con el Coro de Nuevas Voces Búlgaras Laletata y la Niña Pastori preparaba su actuación en el Patio de los Naranjos con la Mezquita Catedral como testigo de excepción.

A esas horas, la madrugada flamenca casi acababa de empezar y La Ribera comenzaba a vivir un enorme trasiego de gente que llegaba tanto del centro de la ciudad como de la otra orilla del río, que volvió a convertirse en uno de los principales testigos de esta popular cita. Tras la actuación en La Calahorra de los ganadores del Concurso Nacional de Arte Flamenco, el Puente Romano sirvió para llegar hasta la plaza del Potro, donde estaba prevista la actuación de Tomasito, que congregó a los aficionados más jóvenes con su espectáculo Azalvajao . Otros optaron por dirigirse a la plaza de Abades, que esperaba la fusión arábigo--flamenca de los primeros alumnos de la Escuela de Música Arabe Flamenco.

Como ha pasado en las últimas ediciones de esta cita, las calles del casco histórico mostraron una imagen muy distinta a la habitual. Ríos de personas transitaban hacia una u otra plaza en busca del espectáculo elegido, porque, eso sí, en la Noche Blanca del Flamenco hay que seleccionar, aunque a partir de las 03.00 horas fue más sencillo porque lo que se esperaba era la actuación de María Toledo, que no tenía competencia horaria. Y por supuesto, el fin de fiesta, encargado a Diego Carrasco. La Plaza del Triunfo volvió a ser el escenario de la despedida de una noche en la que Córdoba volvió a rendirse al flamenco.