Si hay una fiesta popular en Córdoba en que las hermandades y cofradías tengan una presencia aplastante, ésa es la de las cruces de mayo. 29 de las 52 cruces que se montan este año son obra de una hermandad. Para la gran mayoría, las barras que se instalan en torno a la cruz son la principal fuente de financiación del año. "No solo llena los hoteles de la ciudad sino que sin esta fiesta, tampoco habría Semana Santa", confiesa Enrique Cruz, imaginero y artífice de la cruz de la Hermandad de la Soledad, que se queja de la cantidad de trabas burocráticas y condiciones que en los últimos años ha introducido el Ayuntamiento a la hora del montaje. "Es increíble la cantidad de papeles que piden y el estricto control de la hora de cierre, aunque la cosa esté tranquila". A eso se suma el matiz solidario, ya que todas las hermandades destinan al menos un 25% a obra social. Algunas van más allá. Es el caso de la hermandad Universitaria, que ha anunciado que destinará toda su recaudación a ayudar a 20 familias cordobesas que se encuentran bajo la protección de la cofradía. Junto a las hermandades conviven estos días asociaciones como Acpacys y Sonrisas de Lunares, centradas en ayudar a colectivos vulnerables, y asociaciones de vecinos, cuyo componente social se ha intensificado en los últimos años a raíz de la crisis. Las asociaciones vecinales, antaño refugio de ocio, se han visto obligadas a diversificar su actividad, recogiendo alimentos y buscando soluciones para quienes han sufrido los estragos derivados de la falta de recursos.

Por eso, tomarse una cerveza, un pincho de tortilla o una ración de salmorejo cordobés en una cruz no solo llena el estómago de quien se lo come sino que de forma indirecta contribuye a llenar el estómago de otros. Un detalle que conviene tener en cuenta.